Alberto Varela - Crónicas Atlánticas

No nos representan

Villares ha tardado demasiado en pedir cabezas, pero lo ha hecho. Si le cuesta el puesto, el ruturismo quedará retratado

Con la perspectiva del tiempo uno puede ver que el movimiento del 15-M escaba cargado de razón cuando irrumpió en las plazas españolas reclamando cambios. La dinámica bipartidista de casi cuatro décadas había derivado en inercias tóxicas que llenaron el panorama de corruptelas y de políticos que miraban por encima del hombro al pueblo. Con el «no nos representan» de 2011 supieron convocar a un sector numeroso de la población- no sólo jóvenes- que realmente se sentía huérfano de representantes públicos.

Pero que uno acierte en el diagnóstico no significa necesariamente que esté afortunado también en el tratamiento. Aquellos reformistas de la puerta del Sol, la Complutense o la plaza del Obradoiro han tenido la fortuna y la mala suerte a la vez de que poco tiempo después de aquellas acampadas la sociedad les haya dado la oportunidad de poner en práctica sus remedios. Ahí es donde se les han empezado a ver las costuras. Como todo populismo aciertan buscando enemigos, pero fallan a la hora de solucionar problemas. En la oposición son brillantes, en el gobierno mediocres.

El último episodio que está aclarando como actúan lo estamos viendo en Galicia con el caso Quinteiro. Al portavoz de En Marea casi lo comen por atreverse a defender que la diputada tiene que dimitir por haber querido hacer valer su condición parlamentaria para evitar la identificación de un sospechoso de vandalismo. Lo de romper espejos retrovisores es cosa menor, le han reprochado algunos, y hay que evitar una caza de brujas, han añadido otras con evidente tono de enfado.

En las plazas del 15-M no le perdonaban ni la más mínima a la política tradicional y ahora pretenden que con ellos comulguemos con ruedas de molino. Es cierto que Luís Villares ha tardado demasiado en salir a la palestra a pedir cabezas, pero también lo es que lo ha hecho. Si finalmente esto le cuesta el puesto- como parece que puede pasar- el rupturismo gallego quedará finalmente retratado. Cuando tuvieron la oportunidad de predicar con el ejemplo han preferido no hacerlo ¿Era este el cambio que pedían en el 15-M?

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