Negueira de Muñiz, rural a contracorriente

En 1930, el primer censo elaborado en Negueira de Muñiz cuantificó 1.534 vecinos. Hoy, la población de este municipio de la montaña lucense, el último de Galicia antes de cruzar al Principado, se compone de 218 habitantes. La historia de despoblación compartida por buena parte del rural gallego incorpora en el caso de Negueira ingredientes singulares, ligados a la construcción en los años 50 del embalse de Salime, una presa para el aprovechamiento hidroeléctrico que dividió al núcleo en dos mitades sin prever vías de comunicación entre sus orillas. El resultado fue una despoblación acelerada por el desplazamiento de los vecinos aislados por el embalse hacia nuevos asentamientos de la Terra Chá. «La presa se construyó sin contraprestaciones de ningún tipo; no hubo carretera, ni puente, ni forma de paso. Fue un atropello completo», expone el alcalde, José Manuel Braña. El primer puente no llegaría hasta el año 89.

En unas condiciones únicas y con una economía estrechamiente ligada a la explotación forestal (casi el 90% de la superficie del término municipal corresponde a monte), el ayuntamiento más pequeño de Galicia está en condiciones de reabrir su colegio de Educación Infantil y Primaria, tras casi una década sin actividad por falta de un número suficiente de niños .

Con todas las tendencias demográficas en contra, Negueira protagoniza una extraña excepción : junto a los nombres de siete centros escolares que el próximo curso pasarán a engrosar la lista de escuelas clausuradas por carencia de alumnado (seis centros de Infantil en Carnota, Cuntis, Sada, Mugardos y Vigo y el CEIP da Polveira, en Trazo), el Diario Oficial de Galicia publicaba el pasado lunes la autorización para la reapertura del CEIP de Negueira de Muñiz. El centro había funcionado por última vez en el curso 2011-2012 , incapaz de continuar en uso por no reunir el mínimo de seis matrículas que asegura la pervivencia de unidades docentes. Desde entonces, los pocos estudiantes del municipio se reparten entre centros de A Fonsagrada o —ya en territorio asturiano— San Antolín de Ibias, cubriendo trayectos en autobús de más de una hora en los peores días del invierno de montaña.

El pequeño milagro de Negueira bebe en parte del mismo aislamiento ocasionado en la segunda mitad del siglo pasado por la construcción del embalse y de los asentamientos alternativos que en los años 70 y 80 crecieron a la otra orilla, a la sombra de la incomunicación causada por la presa. Pasado el tiempo, las parroquias de San Pedro de Ernes y de Barcela concentran comunidades vinculadas a la producción ecológica, que rebajan la edad media del municipio y revitalizan los índices de natalidad de la zona. Una decena de niños en edad escolar, indican fuentes de Educación, justifican la reapertura del centro.

«Nos quedamos muy tristes cuando cerró», expone el regidor de Negueira en conversación con ABC, satisfecho por la reapertura autorizada por la Consellería, y a la espera de la confirmación de matrículas. «Es un soplo de esperanza en estos tiempos que corren para el rural . El fenómeno de la despoblación es muy potente, y muy preocupante, y no hay recetas milagrosas para hacerle frente, sobre todo hay que facilitar la viabilidad de las empresas», reflexiona Braña, escéptico ante medidas de excepción como la que en las últimas semanas, a menos de cien kilómetros de su consistorio, ha permitido al ayuntamiento de Trabada mantener su unidad de Infantil ofreciendo vivienda a familias con hijos menores de seis años. Los niños de dos parejas llegadas desde Guadalajara y Senegal permitirán finalmente que el aula de Infantil del CEIP Celso Currás vuelva a abrir en septiembre.