Entrevista a la candidata de Ciudadanos por La Coruña

Marta Rivera: «El voto útil no es uno que se mete en la urna con la nariz tapada»

«Presentamos que el gallego no fuera requisito para una plaza pública y Feijóo nos tachó de involucionistas, como hacen en Cataluña», afirma

Rivera de la Cruz, en una entrevista con ABC en 2015 Isabel Permuy

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Es gallega, nacida en Lugo en 1970, y por tanto en Marta Rivera de la Cruz no encaja la definición de una «paracaidista» que llega de Madrid a hacer política en Galicia. Ahora como cabeza de lista de Ciudadanos en La Coruña , dice que en campaña lo suyo es más «hacer pueblos» que los barrios de la capital, donde siempre se la ha considerado una persona próxima a Albert Rivera.

—Teniendo en cuenta que en 2016 perdieron el escaño de 2015, entiendo que la suya es una posición arriesgada. Puede quedarse fuera del Congreso.

—Esto son las elecciones y eso es lo que decidirá la gente. Lo que no podemos pensar es que entramos en política para toda la vida y todo está garantizado. Cuando perdimos el escaño en 2016, fue por un puñado de votos. Ahora la situación del partido, es mucho mejor, estamos muchísimos más implantados y yo lo que tengo que hacer es lo que todo candidato: dejarse la piel.

—Se presenta por Galicia, que es el bastión del PP. En las autonómicas tampoco obtuvieron representación. ¿Tiene Cs un problema aquí?

—Es una zona que, efectivamente, ha sido durante mucho tiempo territorio del PP. Nos implantamos más despacio que en otras zonas y para encarar una campaña hay que tener una implantación que no teníamos entonces. Ahora es distinto: tenemos 1.000 afiliados, 5.000 simpatizantes y cubrimos el 90% del territorio. Llevo viniendo a Galicia en este último año constantemente y veo otro ambiente y otra confianza.

—Durante un tiempo se acusó a Cs de no conectar con la sociedad gallega y de no tener discurso propio, ¿vio injusta aquella crítica?

—Muchas veces estamos mareando la perdiz con eso del discurso propio. Nosotros intentamos decir lo mismo en todos los sitios y los problemas que hay en Galicia, una buena parte son comunes al resto de España: el paro de larga duración, el empleo de baja calidad, el paro juvenil, el abandono escolar temprano, la despoblación… Son problemas muy graves en Galicia pero no son únicos de Galicia. Yo creo que eso es un poco la zanahoria y el palo.

—Por cada uno común de España, también hay otros acentuados en Galicia: la despoblación aquí es quizá más acuciante, las infraestructuras, el sector lácteo, las electrointensivas... ¿qué respuesta tiene Cs para ellos?

—Me vas a permitir que no te concrete cosas porque estamos cerrando el programa y no puedo avanzar más pero te aseguro que estamos trabajando ya de antes. Y después, sí que es verdad que en el rural tenemos un problema añadido, que es una brecha digital que no existe en otros puntos de España. En Galicia el 30% de los hogares no tiene buena conexión a Internet. Eso complica la instalación de pymes en el rural. Mi padre vive en un pequeño pueblo y se queda sin luz tres veces a la semana a 15 kilómetros de Lugo capital. Eso ya pasaba antes y los que están tan preocupados por Galicia no han sabido solucionarlo.

—Se le criticó mucho por proponer un plan para las orquestas o para grabar escenarios para rodar series en Galicia, ¿se arrepiente de aquello?

—Aquel mitin fue nefasto y mi intervención fue malísima y no la repetiría nunca. Pero al margen de que no era el contexto, y aquí se reían, había siete comunidades negociando con una productora americana para convertirlas en plató. Y les salió. Lo que no quiero es que los árboles no nos dejen ver el bosque.

—Arrimadas acusó a Feijóo de copiar a los nacionalismos en la cuestión lingüística, ¿exactamente dónde ven el paralelismo?

—Presentamos una propuesta a nivel nacional de que el conocimiento del gallego, el catalán o el mallorquín no fuera un requisito sino un mérito para concurrir a una plaza pública. Rápidamente Feijóo nos tachó de involucionistas y reaccionarios, que es lo que mismo que hacen en Cataluña. En ese punto, funcionan prácticamente igual.

—También lo que dijo el presidente es que era un requisito únicamente en la docencia.

—Pero esa es la historia. Si se considera un mérito en la sanidad, ¿por qué tiene que ser un requisito para otros tramos del funcionariado?.

—¿No le parece justificado que en las aulas de una Comunidad donde el 40% usa habitualmente el gallego no se requiera el conocimiento del idioma?

—Depende de los casos. Me acuerdo de un músico de la Sinfónica de Galicia que vive en la calle y no se puede presentar a una plaza de un conservatorio porque es polaco y no habla gallego. Eso es una metáfora perfecta de lo que significan las barreras. Quiero decir, si se puede hacer una excepción con la sanidad…

—Ciudadanos fue el único grupo que se abstuvo en el Congreso al traspaso de la AP-9 ¿por qué?

—Pensamos que la transferencia es una de esas trampas con las que nos entretienen muchas veces. Lo que hay que solucionar en la AP-9 son los precios, que son disparatados, el buen estado del firme, que tiene ya defectos según informes que nos han pasado, y aquí parece que estamos jugando con esto de «y esto de quién es». A mi no me ha explicado nadie, o no he sido capaz de entender, qué ventajas tiene para el usuario que las competencias se transfieran a la Xunta. Nos abstuvimos por coherencia, porque sabíamos que la votación estaba ganada, pero intentamos decir lo mismo en todos los sitios.

—Fichajes. ¿Esperaba compartir cartel con Javier Guerra?

—No

—¿Le sorprende que después de todo lo que se ha especulado no vaya a formar parte de la lista?

—No, podría haber estado pero tampoco es una cosa que me descoloque. Podría haber sido, y seguramente podría haber sido un excelente candidato pero…

—En Galicia se ha dado mucho la práctica de fichajes de ex, sobre todo del PP, ¿no era Cs una marca que venía a conjurarse contra los profesionales de la política?

—Aquí hay cosas distintas. No puedes sustentar un partido en profesionales de la política, lo cual no quiere decir que haya personas que han vivido un tiempo en política y quieran reciclarse y quieran probar suerte en otro sitio. Me parece perfecto que esas personas —contadas— se incorporen a un proyecto. Lo que a lo mejor tendría que preguntarse el PP es qué le está pasando a tanta gente que busca acomodo en otro sitio.

—En esta ocasión ya no son la novedad como en 2015. Este es quizá un papel que jugaría Vox. ¿Les puede pasar factura?

—Cuando la gente mete el voto en la urna la gente se lo piensa más de lo que nosotros nos creemos. Yo lo comparo con los escritores: uno nuevo es fantástico para los medios pero para los libreros y lectores a lo mejor no.

—¿Y Vox?

—En Galicia del proyecto no sé absolutamente nada. Tampoco mucho en el resto del territorio, salvo un par de cosas muy concretas.

—Pensé que me iba a apelar al voto útil frente a los de Abascal, como está haciendo el PP con ustedes.

—El voto útil es el voto que uno mete en una urna convencido. No es un voto que uno mete en una urna con la nariz tapada. El PP y yo tenemos un concepto distinto de lo que es la utilidad del voto.

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