En Marea rechaza una persecución contra Quinteiro, que se ve indefensa

La confluencia ratifica que la consulta no es vinculante, sino para fijar una «posición política»

La diputada de En Marea, Paula Quinteiro, en una imagen de archivo EFE

M. N.

La cúpula de En Marea y Paula Quinteiro apuran hasta el final su oportunidad de ganar el pulso que les enfrenta desde hace meses. A pocos días de que la militancia opine sobre la continuidad de la diputada en el grupo parlamentario, ambas partes se dirigieron a las bases en un último intento de explicar sus posiciones. Así, la dirección del partido, controlada por Luís Villares , despeja las acusaciones que la sitúan como protagonista de una caza de brujas y ratifica que la consulta —sin poder vinculante— es principalmente una forma de fijar una «posición política» . En la otra orilla, Quinteiro denuncia ser víctima de una «situación de indefensión» a la que se vio abocada por su papel en una trifulca vandálica en Santiago.

La votación, convocada para los días 22 y 23 de mayo, pondrá en una balanza el peso real de cada uno de estos dos argumentarios. En los documentos compartidos por el Consello y la coordinadora de En Marea, el partido niega someter a su diputada a «ningún proceso disciplinario». Al contrario, sostienen que la llamada a la militancia se hace con el propósito de fijar un rumbo, unas directrices, que permitan desbrozar la salida del conflicto. Se trata, en el lenguaje habitual de consumo interno, de la «fijación de unas bases políticas sobre las que es posible construir una práctica política transformadora».

Lo cierto es que la tesis de la dirección poco ha variado en los últimos tiempos. Siguen asumiendo que Quinteiro utilizó sus «privilegios» como diputada para entorpecer una identificación policial, y que comportamientos como el suyo neutralizan la creación de una «política rupturista eficaz». En una de las resoluciones aprobadas por el ejecutiva de la organización, subrayan además que el proceder de la parlamentaria «no es entendible» para el conjunto de la ciudadanía. En definitiva, el corolario a todos estos argumentos es ya conocido: Quinteiro debe dimitir.

Un «relato sesgado»

La parlamentaria, en su caso, tampoco ha desaprovechado la ocasión para contrarrestar las críticas de En Marea, a la que señala por su seguidismo de un «relato sesgado» : su intención aquella noche —añade— fue única y exclusivamente la de «mediar» entre los agentes y los sospechosos.

Por lo demás, Quinteiro se sitúa a sí misma en el centro de un «proceso revocatorio encubierto» y hace referencia tanto al apoyo mayoritario de sus compañeros de grupo como al hecho de que no incumpliera «ningún punto» del Código Ético de la organización. En el escrito de defensa, lamenta la «situación de indefensión» que le generaron las sucesivas «declaraciones en prensa» de los cabecillas del partido, singularmente las de Luís Villares como abanderado de la consulta. Contribuyeron, según sus palabras, a nutrir un «único relato sin fundamentos reales» , al que ahora las bases deben dar o no credibilidad.

Así y todo, las palabras de la diputada no fueron las únicas dirigidas a la masa militante de un partido. Al tiempo que lanzaba sus mensajes a los inscritos de En Marea, también publicó una carta con remite a sus compañeros de Podemos, formación en la que se adscribe dentro de la corriente anticapitalista. El tono, en este caso, es un tanto más rotundo. Habla de una campaña de «infamias y calumnias» contra su imagen y del «evidente paternalismo» que arrastró el proceso hasta hoy. «En definitiva, no tengo ningún motivo para dimitir, y más allá del alivio personal que podría suponer, pienso que signficaría una derrota colectiva difícil de superar», sentencia Quinteiro.

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