Análisis

En Marea ensaya otro Amio

La asamblea rupturista deja a la formación más fracturada que nunca, sin hoja de ruta política y con un líder cuestionado

Luís Villares durante el plenario de En Marea EFE

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«Arrancamos a las nueve de la mañana y hasta las siete no empezamos a hablar de política. Lo que ha pasado hoy aquí es para salir corriendo y afiliarse a Vox». La opinión expresada desde la tribuna de oradores por un militante anónimo en la última media hora del plenario de En Marea podría resumir la sensación de buena parte de los asistentes a la asamblea rupturista celebrada el pasado sábado. Habitualmente las formaciones políticas celebran este tipo de eventos para fijar una hoja de ruta, refrendar a sus líderes y enviar un mensaje de unidad. Algo diametralmente opuesto a lo que sucedió en el cónclave del partido instrumental, una jornada por veces esperpéntica de la que la confluencia sale totalmente fracturada , sin estrategia política a apenas siete meses de unas elecciones —se aprobó una enmienda a la totalidad del documento elaborado por la actual dirección—, reconociendo el fracaso del llamado «grupo confederal» en el Congreso y con un líder de pies de barro.

La especialidad de Luís Villares siempre habían sido este tipo de citas. Pese a estar constantemente cuestionado dentro de la confluencia, el magistrado en excedencia había logrado en las anteriores asambleas movilizar a los suyos para evitar que sus críticos le moviesen la silla. Hasta el pasado sábado. La superioridad numérica de sus detractores —Anova, Podemos, Esquerda Unida y las tres principales mareas locales— hizo que los de Villares saliesen derrotados en casi todas las votaciones, fijando así su criterio para la celebración de las próximas elecciones internas.

Esos comicios podrían ser el último capítulo del diputado lucense como líder del partido instrumental. Aunque este tipo de procesos resultan imprevisible en una formación como En Marea, si algo dejó patente el plenario es la escasa autoridad del magistrado en excedencia entre los suyos. Lo demostró uno de los momentos más tensos de la jornada. Visiblemente afectado por el transcurso de la asamblea, Villares tomó la palabra para defender las tesis políticas elaboradas por la dirección que él mismo capitanea y aprovechó para saldar cuentas pendientes con sus detractores. Una de ellas, por la que confesó haberse sentido dolido, fue la acusación de que él y los suyos habían fomentado la creación de una marea local alternativa a Ferrol en Común. El portavoz de En Marea relató que decidió no responder a las acusaciones por «guardar la casa», aún sabiendo que la versión de sus críticos era «mentira». En plena explicación, los miembros de la mesa del plenario le obligaron a tomar asiento alegando «falta de tiempo». «El tiempo es el mismo para ti que para los demás», le reprocharon. Intentando ocultar su enfado por esta desautorización, el lucense accedió y regresó a su asiento aplaudido únicamente por sus fieles.

Riesgo de fractura

Tumbada la hoja de ruta política, con un Villares desautorizado y durante una tensa asamblea marcada por los gritos, los encontronazos y las acusaciones cruzadas, hasta uno de los momentos que se prometía de trámite también sacó a relucir las débiles costuras de En Marea. Los diputados de la confluencia en el Congreso se negaron a acudir al plenario a «rendir cuentas» de su trabajo por entender que la asamblea rupturista no es el foro ante el que deben dar la cara. El desplante motivó el ataque de sinceridad de la parlamentaria Alexandra Fernández , que tomó la palabra a título individual «por responsabilidad». Confesó que el llamado grupo confederal en la Cámara Baja actúa únicamente como «satélite» de Podemos, habló de «división» entre los parlamentarios de la confluencia y criticó que «dos o tres» diputados «deciden todo» sin contar con los demás por «intereses personales». Una descoordinación que, subrayó sin medias tintas, ha impedido trasladar a Madrid las demandas de Galicia y que —a su entender— debe corregirse. Tras su contundente intervención, el nombre de Alexandra Fernández ha empezado a sonar con fuerza en los círculos rupturistas como posible alternativa a Villares en los próximos comicios internos.

Con este panorama, al término de la jornada no era de extrañar que una de las palabras más pronunciadas por los inscritos rupturistas fuese «Amio», evocando a la histórica asamblea que derivó en la escisión del BNG. Las elecciones internas que la confluencia celebrará durante la última semana de noviembre serán claves para conocer el rumbo que seguirá el partido instrumental. De lo que no hay duda es de que la división y la sombra de la fractura es ya un problema crónico para este espectro político .

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