José Luis Jiménez - Pazguato y fino

La «marca Caballero»

En el PSdeG son conscientes de que el incendio de Vigo no se apagará con la primera llovizna que caiga

José Luis Jiménez
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La salida de algunos notables socialistas a replicar las encencidas críticas de Abel Caballero solo demuestra el estado de nerviosismo que reina en el PSdeG, conscientes de que el incendio de Vigo no se apagará con la primera llovizna que caiga. El aparato del partido sabe que podrán cesar las críticas públicas, pero no sus consecuencias internas. En los próximos días veremos la implicación real del PSOE vigués y del resto de la provincia con una lista que no sienten como suya, por una imposición que les niega su patrimonio político.

¿Y qué patrimonio es ese?¿Qué ha conseguido Abel Caballero para exigir que las candidaturas que él apadrina no se toquen bajo ningún concepto? Vayamos a los números. En las municipales, Caballero obtuvo 73.000 votos (casi el 52%).

En las dos contiendas generales recientes, el PSOE no superó el umbral del 24% con 40.000 papeletas escasas. Quiere esto decir que es la figura del controvertido alcalde la que aporta el plus a la marca, y no al revés. Eso, en política, es tener capital propio, y ahora se permite gobernar con los intereses.

Pero es más. El incremento exponencial del voto socialista en Vigo en las municipales fue el que permitió por primera vez en la historia arrebatarle al PP la presidencia de la Diputación Provincial. Fue este partido judicial, el vigués, el decisivo para entronizar a Carmela Silva en el pazo provincial. Efectivamente, los éxitos electorales le dan a uno poder y territorios que lo avalan. Lo que no puede el PSOE es vanagloriarse entonces de esos éxitos, pero negarle ahora su cuota de poder a los artífices de los mismos.

Esa es la disyuntiva que ahora convulsiona al PSOE gallego. Distinto es el debate de cómo consiguió Caballero esos resultados estratosféricos —la peligrosidad del mensaje localista, el apoyo mediático, la constante confrontación con Feijóo, polémicas judiciales, el silenciamiento de sus críticos, la oposición inútil e inexistente, etc.—, pero ahí están y son incuestionables.

En estos nueve años, el papel de Gonzalo Caballero en el PSOE vigués ha sido el de mosca cojonera, dicho mal y pronto. Apostó en dirección contraria a la corriente mayoritaria, casi como un profeta de esa catástrofe que no solo no llegó sino que aupó a su tío a una inaudita mayoría absoluta, única en España. Es por tanto entendible que, ahora que el viento sopla a favor, el PSOE vigués rechace al sobrinísimo y le niegue el pan, la sal y el quinto puesto en la lista. ¿Qué haría usted?¿Tragar con quien le hizo la vida imposible?

La «marca Caballero» está ahí, como en su día hubo una «marca Vázquez». Ambas reportaron beneficios para la matriz, el PSOE, y ambas tienen sus peajes a pagar. Pero en vez de rascarse el bolsillo, Ferraz y la gestora mandaron un pirómano a Vigo. Así va la película.

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