José Luis Jiménez - Pazguato y fino

Leiceaga y los elementos

La campaña del aspirante socialistaa da la extraña sensación de estar envuelta en la bruma, de arrastrar una insoportable losa que le impide levantar el vuelo

José Luis Jiménez
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La campaña del aspirante socialista Xoaquín Fernández Leiceaga da la extraña sensación de estar envuelta en la bruma, de arrastrar una insoportable losa que le impide alzar el vuelo y exhibir sus potencialidades como candidato. Refleja la imagen de un individuo arrostrado que, cuando aceptó el reto de competir por la Xunta, no fue advertido de que su primera lucha debería ser contra los elementos de su propio partido, una tormenta que no escampa por más que él salga en cuerpo gentil y sin paraguas para intentar convencer al ciudadano de que «no pasa nada». Tampoco nos hagamos trampas: a algunos elementos los ha convocado él con sus actos. Un día más y la ventisca no cesa. A los hechos nos remitimos.

Vean esa imagen de la candidatura socialista por Pontevedra, que en lugar de presentar públicamente en la primera ciudad de la provincia, el mayor bastión urbano del PSOE de toda España, se hace casi a escondidas en la capital administrativa de la circunscripción. Vean ese encendido entusiasmo en los rostros de los participantes, todos embelesados por el florido verbo del profesor Leiceaga. Les diría que viesen a las masas congregadas a su alrededor, ansiosas de conocer en persona al llamado a ser la alternativa al PP de Feijóo, pero no es que la foto esté intencionadamente reencuadrada, es que el acto transcurrió entre la mayor de las indiferencias para el común de los pontevedreses.

En la provincia con mayor poder institucional del PSOE en Galicia, el candidato estuvo abandonado a su suerte. Ni la presidenta de la Diputación —cuyo despacho está a escasos cien metros del lugar de la presentación—, ni el secretario provincial del PSOE en Pontevedra, ni los alcaldes de Vigo, Vilagarcía o Caldas —por citar algunos— se acercaron a arropar al tipo por el que —en teoría— van a pedir el voto a partir del 9 de septiembre. Y por si los gestos, los hechos, los modos, las miradas, los desplantes y las ausencias no fueran interpretados en la dirección pretendida, el cabeza de lista le espetó en vivo y en directo que el poder municipal del PSdeG en Pontevedra no es una baratija con la que chalanear en mercadillos madrileños.

La más triste soledad, el más sordo desamparo, la imagen de una tensión interna que tanto el PSdeG como el candidato dicen, sonrisa de dentífrico en ristre, que se va a disolver como un azucarillo con el paso del tiempo. El sábado viene Pedro Sánchez a Galicia para arropar al candidato que él aupó saltándose la neutralidad debida en las primarias del PSdeG. Volveremos a ver felicidad, ilusión y alabanzas al aspirante. Todo será de cartón piedra, descuiden, incluso esto último: Ferraz empieza a ser consciente de que se equivocó con Leiceaga y se arrepiente del incendio provocado en Vigo. Pero ya es tarde.

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