Juicio Diana Quer

El Chicle: «No quería matarla, pero cuando me di cuenta la chica ya no se movía»

José Enrique Abuín defiende que asfixió a Diana «con una mano» pero que nunca quiso violarla

Diana Quer, juicio en directo

El Chicle, este martes durante el juicio MIGUEL MUÑIZ

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A su derecha, un jurado popular formado por nueve personas . A su izquierda, el estrad o que ocupan la fiscal, el abogado de la acusación y la defensa. Y frente a José Enrique Abuín, el micro que recogió su relato a propósito de cómo murió Diana Quer. A lo largo de una hora y diez minutos, el autor confeso de la muerte de la joven de Pozuelo inauguró ayer el turno de declaraciones en torno al mediático caso con una estrategia más que estudiada: «Mi intención no era matarla, fue un accidente» . Sobre esta idea basculó la testifical del único acusado en este proceso, que ayer mostró una imagen más cuidada y acicalada que en los meses previos. Colaborador con todas las partes, el Chicle contestó a todas y cada una de las preguntas que le fueron formuladas sobre lo que aconteció en la madrugada del 22 de agosto de 2016.

De manera cronológica, Abuín explicó que esa noche salió de su casa para «robar gasoil de los camiones de los feriantes» y no, como sostienen las acusaciones, para abordar a una mujer y consumar sus instintos sexuales. «No la abordé, no la metí en el maletero y no la violé» , negó de manera reiterada ante las acusaciones de la fiscal del caso, que le imputa detención ilegal, asesinato y agresión sexual. Ante la versión de la Fiscalía, convencida de que el Chicle siguió a Diana para cometer «una atrocidad», «una maldad brutal sin finalidad» que solo buscaba «atentar contra la integridad sexual de la víctima», el señalado se fue por la tangente. «Cuando me iba, con dos garrafas llenas, vi a la chica de frente y fui hacia ella para que no me delatara. Estaba como a diez metros. No había mucha luz. Pensé que era una persona de los feriantes (...) Entendí que me iba a delatar porque me vio. Le eché la mano derecha al cuello y la izquierda detrás de la cabeza sin darme cuenta la fuerza que hice. Cuando me di cuenta no se movía. Le golpeé la cara tres veces, pero no respondía. No sé ni el tiempo que estuve ahí. Cuando reaccioné vi que estaba así, la cogí y la llevé al coche», explicó el autor material de la muerte.

Frente a la narración de la fiscal y del abogado de la familia, que coinciden en que Abuín introdujo a Diana a la fuerza en el maletero de su coche para llevarla a la «sórdida» nave de Asados, el Chicle marcó este callejón oscuro como escenario de la muerte. Para él, la ya famosa mueblería de Asados fue solo un lugar improvisado en el que tuvo «suerte» de encontrar un pozo lleno de agua . «Mi primera intención era tirarla a la ría, pero había gente», afirmó. Y de ahí, dijo, se fue a la antigua fábrica, un inmueble abandonado y sin luz, con colchones sucios tirados en el suelo que la fiscal describió como de «película de terror», pero perfecto para su objetivo.

Guiado por la escasa luz que entraba de la calle, Abuín relató que saltó un portal, abrió un portón, metió el coche marcha atrás y bajó el cadáver de Diana en brazos hasta el sótano, donde levantó la tapa del pozo y descubrió que había agua. «Si no llega a haber agua, la hubiera dejado ahí igual» , reconoció antes de aclarar cómo la lanzó. «La senté al lado del pozo, le metí las piernas por el agujero y la fui dejando ir», dijo.

Previamente, y para explicar por qué Diana apareció desnuda, el Chicle dijo que le había quitado la ropa para evitar que vestigios suyos o de su coche se pudiesen rastrear . También dijo «no recordar» si despojó a la muchacha de su ropa interior, pese a que en el hoyo solo apareció un tanga. Y todo esto, en cuestión de una hora, porque, siguiendo su versión, a las 3.15 horas estaba en su cama. Aunque en ningún momento reconoció el asesinato, Abuín sí confesó que le pidió a su exmujer que le diese coartada. Gracias a ella, esquivó la labor policial durante cerca de quinientos días. A la declaración del procesado le siguió la del padre de la víctima y la de su madre, que llegó a dirigirse al Chicle para lanzarle un «Diana era muy frágil, ¿verdad Chiquilín?» . Diana López-Pinel también trató de encararse a su salida de la sala con el presunto verdugo de su hija, por lo que dos policías tuvieron que bloquearle el paso.

«Relato del horror»

El resumen del primer día de juicio deja sobre la mesa el relato del «horror» de las dos acusaciones, que harán «equipo» en favor de la prisión permanente revisable. Frente a ellas, una abogada de oficio que ayer se presentó muy beligerante y sin complejos en la defensa de su cliente . « Abstráiganse de todo , céntrense en lo que verán a partir de ahora y esquiven el bombardeo mediático», solicitó a los jurados, también aleccionados por la acusación familiar. «Ni todos los artificios legales existentes en el orden jurídico podrán destruir la certeza que el acusado acechó a Diana en A Pobra, la trasladó a un lugar que conocía, en un almacen aislado, y allí la agredió sexualmente y la mató. Así de crudo». La vista se retomará hoy con la declaración de familiares y conocidos del Chicle.

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