José Luis Jiménez - PAZGUATO Y FINO

La paradoja final de En Marea

El portavoz del partido En Marea se va del grupo En Marea y se lo entrega en bandeja a quienes no creen en ély cuentan los días para liquidarlo y someterlo a unas nuevas siglas

José Luis Jiménez

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Si todo en En Marea tenía un punto de rocambolesco, desde su nacimiento hasta su desarrollo y evolución a lo largo de estos años, su muerte (y veremos si resurrección) no lo podía ser menos. El rupturismo salta por los aires con una paradoja final de antología : el portavoz del partido En Marea se va del grupo En Marea (¿?) y se lo entrega en bandeja a quienes no creen en él y cuentan los días para liquidarlo y someterlo a unas nuevas siglas controladas, ahora sí, con mano de hierro por Podemos y Esquerda Unida, con la connivencia de Anova, si es que queda algo en la formación nacionalista ahora que su capital político está en números rojos.

Villares ha dicho basta. No soporta más que a él, un tipo con una carrera profesional de prestigio (algo deteriorado desde que se metió en el cenagal político), lo ninguneen con desprecio y desdén quienes necesitan la moqueta para llevar un sueldo digno a casa y que, en muchos casos, lucen una vida laboral pobre de solemnidad. El magistrado en excedencia se ha soliviantado después de que lo pisoteen esos mismos que llamaron a su puerta para que fuera candidato a la Xunta en 2016, esos que no tuvieron entonces el valor de poner su cara en los carteles de En Marea, la confluencia definitiva y a prueba de bombas que —recuerden— había aprendido de los errores de AGE, aquel conglomerado que también acabó como el rosario de la aurora. Lo intentaron controlar como una marioneta, dejarlo fuera de la portavocía de En Marea, robarle unas primarias e imponerle un senador... Otros hace tiempo que habrían vuelto al Tribunal dando un sonoro portazo. Lo extraño es que Villares no lo haga .

Entre todos la mataron y En Marea, efectivamente, se murió . Lo hizo como partido político en las pasadas generales, con unos resultados crueles y ridículos, que cuestionaban la viabilidad de la andadura en solitario de Villares y sus más próximos. Y ahora se entierra el grupo parlamentario, esa casa común de la izquierda alternativa que vuelve a evidenciar la incapacidad de este universo para aparcar los odios y construir en positivo. ¿Qué van a hacer a partir de ahora los diputados críticos que se han quedado con la marca del grupo parlamentario? ¿Van a renegar de sus siglas? ¿Las van a redefinir?

Pocas veces se asiste a la voladura descontrolada de tamaño capital político , porque a esta buena gente los gallegos los situaron como segundo partido de la Comunidad en las últimas elecciones, dejando a los socialistas en mínimos históricos. Hoy, se conviertan en lo que se conviertan unos y otros, tendrían complicado superar al BNG. Se frota las manos el PSOE de Gonzalo Caballero , al que le regalan la condición de líder de la oposición y la visibilidad como única alternativa al PP de Núñez Feijóo, sin necesidad todavía de entrar en el Parlamento y confrontar con el presidente de la Xunta.

Eso sí, Caballero va a necesitar a esta gente en un futuro si acaso sueña con fraguar una mayoría alternativa al Partido Popular. Yo no dormiría tranquilo, ni aunque me comprase el colchón de Pedro Sánchez para Monte Pío...

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