Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE

Infame y execrable sectarismo

El alcalde de Santiago se ha retratado definitivamente. Democracia es, ante todo, asumir el imperio de la ley

Luis Ojea
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El alcalde de Santiago se ha retratado definitivamente. Después de lo ocurrido esta semana con el desalojo en la Algalia, Martiño Noriega se ha mostrado como lo que es, un tipo que desprecia los valores esenciales de la democracia y el Estado de Derecho. Porque democracia no es solo acudir cada cuatro años a las urnas. Democracia es, ante todo, asumir el imperio de la ley y la plena igualdad jurídica de todos los ciudadanos. No hay más execrable y deleznable comportamiento desde las instituciones que aquel que violenta los derechos fundamentales. Esa es la marca de los totalitarios y los tiranos. Y eso es lo que ha hecho el regidor rebelde al mirar hacia otro lado cuando unos individuos de dudosa moralidad e higiene relajada ocupaban ilegalmente una casa mientras utilizaba torticeramente los vericuetos de las ordenanzas urbanísticas para vengarse de los legítimos propietarios por pretender recuperar la posesión de lo que es suyo.

Esa tolerancia del alcalde con los okupas es pura pose para contentar a las bases más sectarias del rupturismo. Porque seguramente a Noriega no le haría mucha gracia que la gentuza que tomó el edificio de la Algalia también invadiese su casa, expulsase a su familia, montase un chiringuito en lo que hoy es su salón y organizase un centro de tatuajes en su actual dormitorio. Laxos principios los de quien debería asumir que el respeto a la propiedad privada es uno de los pilares en los que se asienta el Estado de Derecho. La cuestionable dimensión social que hoy se ha incorporado al mismo solo abre la puerta a expropiaciones conforme a la ley y ese camino, y no la ocupación ilegal, es el que deberían emprender si es que alguien puede entender que montar un garito para beber alcohol, vender camisetas y celebrar conciertos sin controles de seguridad tiene algún tipo de interés social o utilidad pública.

No, alcalde. Ni es legal ocupar casas, ni tampoco lanzar piedras y bengalas contra las fuerzas de seguridad. Eso es lo que debería preocuparle. Contra ese tipo de actitudes violentas y antidemocráticas es contra lo que debería cargar. No contra quien defiende sus derechos y legítimos intereses conforme a la ley. Y no entenderlo revela en sí mismo un infame y execrable sectarismo.

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