Guerra y Fernández-Tapias pugnan para sacar al PP de Vigo de la irrelevancia

El que salga este sábado elegido por la militancia como nuevo presidente del PP de Vigo tendrá poco que celebrar , porque hereda un partido irrelevante a nivel municipal a pesar de que no hace tanto llegó a ostentar la alcaldía y ser primera fuerza. Cuatro concejales en una corporación de 27, una pérdida de peso sustancial en el tejido social de la primera ciudad gallega en población y lo que es peor, un electorado que empieza a abandonar la dualidad que apostaba por Abel Caballero al mismo tiempo que por Alberto Núñez Feijóo en sus respectivos comicios y comienza a decantarse por el PSOE en cualquier votación. Luces de alarma en el PP .

Las dos opciones sobre la mesa para el afiliado popular de Vigo son contrapuestas. Por un lado, Javier Guerra . El exconselleiro y senador da por segunda vez la batalla interna, tras caer frente a Elena Muñoz en diciembre de 2016 por apenas un centenar de votos. Bajo el lema 'Vigo nos une' ha conseguido rodearse de los principales cargos electos del partido: diputados, senadores, parlamentarios y concejales. La 'vieja guardia' del partido en la ciudad, con Corina Porro ya de indisimulado apoyo, está con Guerra. Él defiende la «mayor experiencia» de su equipo.

Sin embargo, parte del discurso del candidato también ha estado centrado en denunciar supuestos obstáculos del comité organizador para que votaran todos los afiliados , como si hubiera una mano negra a la que esto no le interesara. En la anterior cita solo participó el 39% del censo del partido local. La polémica de este congreso se desató, precisamente, cuando Génova anuló afiliaciones masivas cuyo pago se domiciliaba en una misma cuenta, que el comité organizador atribuyó a Guerra.

La alternativa es Marta Fernández-Tapias , curtida principalmente en la administración autonómica, donde fue directora general de Administración Local antes de aceptar la delegación de la Xunta en Vigo, en una apuesta personal del vicepresidente Alfonso Rueda. Fernández-Tapias no puede presumir del pedigrí de Guerra dentro del partido —casi cuarenta años de militancia—, pero tampoco la rodean polémicas por haber amagado con irse a Ciudadanos , como sí ocurrió con el exconselleiro y empresario en 2018. La aspirante presenta en su lista una heterogénea combinación de cargos de la Xunta hasta ahora inéditos en la maquinaria del partido, veteranos —Chema Figueroa o Manolo Pérez— y personas del aparato local.

Desde el estallido de la polémica de las afiliaciones, las distancias entre los candidatos han ido alejando una hipotética integración, que incluso llegó a ser negociada de manera muy inicial. Guerra llegó a proponerle a Fernández-Tapias que aceptaba que ella fuera la presidenta local, mientras él pudiera ocupar la vicepresidencia, designar al secretario general y ser candidato a las municipales. El PPdeG lanzó una advertencia inmediata: los candidatos urbanos los elige la dirección regional y nadie más. La delegada de la Xunta contraatacó ofreciendo la vicepresidencia y ocho puestos en la ejecutiva. No hubo acuerdo .

Los últimos mensajes cruzados alejan la posibilidad de una integración de candidaturas en el último minuto. Guerra cerró la campaña presentándose como un candidato que levantará la voz si los intereses de Vigo no son atendidos, incluso si eso implica plantarle cara a la Xunta, y señalando a su rival como la que aúna «las simpatías» de Pontevedra y Santiago, en referencia a Rueda y Feijóo. Fernández-Tapias replicó con dureza. « Pase lo que pase, no le echaré la culpa al árbitro , no pondré excusas, no amagaré con irme a otro partido», proclamó, «este congreso no es de nadie más que de la militancia, las bases son las que van a hablar».