Fernándo Méndez - Cuarto singuante

El virus del Carnaval

«Tras una cuaresma de dos años, donde ni la penitencia bastó para librarnos de la iniquidad, ahora le decimos al virus que hemos vuelto»

Cuándo son los Carnavales 2022

El Carnaval de Verín, en una imagen de 2016 Brais Lorenzo

Ahora que viene el Entroido nos quitamos la mascarilla. Llega el momento de sonreír sin pedirle ayuda a los ojos. Relajemos las patas de gallo y démosle un repaso al blanqueamiento dental, que nuestro rostro note la brisa helada del invierno. ¡Qué bien sienta la libertad! ¡Que buen carnaval nos espera, poniéndonos la careta porque nos da la gana!

Tras una cuaresma de dos años, donde ni la penitencia bastó para librarnos de la iniquidad, ahora le decimos al virus que hemos vuelto: prepárense payasos; engalánense bomberos, superhéroes y princesas, que ya vienen los arlequines con sus rombos y los osos rellenos de cálida lana. No vamos a escatimar nada. Como expertos surfeadores que somos galoparemos las olas y no iremos de comparsa, sino que seremos los protagonistas de una nueva realidad que ha venido para quedarse teniendo al coronavirus como actor secundario.

¿Acaso es mejor el miedo extremo? ¿O el apocalipsis de los negacionistas? Yo prefiero transitar ilusionado por la extensa planicie del equilibrio, y aun conteniendo el ímpetu de un caballo desbocado quiero imaginarme que esta tregua carnavalera será lo más parecido a un indulto. Perdónanos, don Carnal, pues, aunque débiles, hacemos votos por no caer siete veces en la misma piedra.

Y por supuesto: seguiré echándome gel y protegiéndome todo lo que pueda; lo haré. Y también pensaré que las vacunas son eficaces y que hay motivos para aguzar la vista atisbando a lo lejos la luz al final del túnel. Porque si hay séptima ola, al día siguiente descansaremos, y si nos toca ir saltando hasta la novena -como en la playa de la Lanzada- que sea para alcanzar el estado de gracia que todos ansiamos. Tú mismo, optimismo.

Lo que es innegable es que se avienen tiempos de consuelo colectivo. No hay como el carnaval para darle la vuelta a la vida: nada es lo que parece, pero todo es maravilloso, y en esa realidad disfrazada descubrimos que tras la nube de la mascarilla brilla el sol de la esperanza (suena almibarado, lo sé, pero la ocasión se presta).

Así pues, quitémosle al virus la careta y también la corona: fuera inmunidad. De esta manera, pronto será un microbio del montón y eso tendrá consecuencias dentro y fuera del microscopio; y que nosotros las veamos.

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