Feijóo cifra la factura de la secesión en 5.000 millones menos para Galicia

El presidente de la Xunta advierte de que los gallegos no actuarán de «tontos útiles» del independentismo catalán El Gobierno rechaza la propuesta del BNG, que pide una ponencia que reconozca a Galicia como «nación»

Alberto Núñez Feijóo durante la sesión de control en el Parlamento EFE
Mario Nespereira

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El desafío independentista en Cataluña no es solo una cuestión de legalidad. También tiene que ver con la hucha de todos. Con el Govern cesado, Puigdemont huido, y unas elecciones autonómicas en el horizonte del 21 de diciembre, el Ejecutivo autonómico maneja un cálculo sobre el coste que una remota independencia repercutiría sobre las arcas de Galicia. Aproximadamente 5.000 millones : los que resultarían de sumar 4.000 millones en préstamos cedidos a la Generalitat, y unos 1.000 que serían condonados si el separatismo persiste — y consuma— su huida hacia adelante. Fue el presidente de la Xunta el que utilizó la cifra en el Parlamento, precisamente para intentar aplacar los continuos acercamientos del BNG a la causa del «procés». Alberto Núñez Feijóo prometió luchar durante su mandato para que la Comunidad no perdiera un solo «patacón» de los que están en juego por culpa de la hoja de ruta secesionista. «Me niego a que los gallegos seamos los tontos útiles del independentismo», destacó durante la sesión de control.

Otra vez volvía Cataluña a monopolizar un debate en la Cámara, y otra vez volvió a insistir el Bloque en introducir a Galicia en la vorágine territorial. El frente nacionalista, por boca de su portavoz Ana Pontón, solicitó la apertura de una ponencia parlamentaria para «definir un nuevo marco para este país», lo que traducido significa que todas las formaciones participantes acepten de entrada el reconocimiento de Galicia como «nación». «Nos parece trascendente definir si Galicia va a ser protagonista o espectadora en un debate que está abierto», propuso Pontón, poco después de considerar que España se estaba asomando al final de su etapa «postfranquista».

El nacionalismo mueve ficha. Meses después de que el BNG presentara sus «Bases democráticas» para caminar hacia la «República gallega», ahora intenta arrastrar a los demás partidos hacia el rebufo de los soberanistas catalanes. El no del Gobierno gallego es rotundo. Feijóo, como cabía esperar, despejó cualquier posibilidad de estudiar la iniciativa, y a cambio hiló una defensa a ultranza del autogobierno. Mientras el artículo 155 mantiene embridada la Generalitat , la Xunta goza de «autonomía económica y autonomía política», reflexionó el presidente.

Es más, Feijóo dio por asumido que los gallegos están «cómodos» con el actual marco constitucional, y los situó muy lejos de proclamas como las que vienen promoviendo Puigdemont y sus aliados, a los que comparó con pirómanos de la legalidad. «Nosotros estamos en contra de los que encienden fuego en el monte y de los encienden fuego a la Constitución», agregó.

Pontón, por contra, reprochó al de Os Peares su falta de «posición» ante la defensa de los interese territoriales de la Comunidad. La portavoz nacionalista aseguró que el «momento político excepcional» que se vive en España acabará desembocando en un «debate abierto». Le guste al Gobierno de la Xunta o no. «Quiere conducir a Galicia al vagón de cola de las regiones», censuró, una vez mencionado que el País Vasco ya había dado «un paso adelante» en la dirección señalada por el Govern.

Feijóo se escudó en los datos. Recalcó que Galicia controla su deuda pública, administra su expansión en sectores estratégicos como el naval o la automoción o dispone de más profesores por alumno que el sistema educativo catalán. «¿Cuál es su problema, que la Xunta no se dedica al folclore independentista?», resumió.

Empleo juvenil

Ni Cataluña ni incendios. El PSdeG optó ayer por centrar su careo semanal con el presidente en la incapacidad del empleo juvenil para remontar el vuelo. El portavoz Xoaquín Fernández Leiceaga apuntó a la ruptura del «contrato social» como consecuencia de la crisis y reprochó a la administración autonómica su falta de diligencia a la hora de gestionar los fondos destinados a promoción laboral. Según Leiceaga, la Xunta «mira para otro lado» mientras los recursos se quedan «sin gastar».

En su réplica, el jefe del Ejecutivo gallego no solo reivindicó los pronósticos que indican que Galicia finalizará la década con entre 80.000 y 100.000 puestos de trabajo más que hace un año, sino que avanzó la aprobación de un plan de empleo juvenil para espolear el mercado laboral hasta el 2020. Contará con un presupuesto mínimo de 50 millones de euros, detalló el popular, que concluyó su intervención haciendo una versión propia de aquel desafortunado eslogan de Rodríguez Zapatero: «Nosotros no estamos en la Champions, nos gusta muchísimo más el hai que roelo del Pontevedra».

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