Luis Villares, portavoz de En Marea, junto a los diputados Antón Sánchez y Carmen Santos
Luis Villares, portavoz de En Marea, junto a los diputados Antón Sánchez y Carmen Santos - EFE

DEBATE DE INVESTIDURAVillares y Pontón dan la espalda a la oferta de diálogo de Feijóo para iniciar la legislatura

En Marea recupera un discurso inspirado en el 15-M y el BNG desecha al presidente como interlocutor para llegar a acuerdos

Santiago Actualizado: Guardar
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Luís Villares se subió por primera vez a la tribuna de O Hórreo este jueves, durante el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo, con el objetivo de repartir culpas y expiar pecados: «Señor Feijóo, no eche la culpa a la gente, hay pecados como el paro, la desigualdad, la emigración y sobre todo la corrupción que solo comete quien gobierna». El fragmento era un interpretación al uso parlamentario del fundador de la Irmandades, Porteiro Garea; el grupo intelectual de quien la Marea se siente heredero.

El magistrado introdujo así un relato inspirado en los movimientos altermundistas y las plataformas «indignadas», ante la mirada de un Beiras que solo llegó para escuchar a su pupilo. «La aceptación de las condiciones de la Troika obligó a determinados partidos a renunciar a sus principios a favor de los mercados», afirmó.

Villares defendió el nacimiento del proyecto rupturista como consecuencia de una crisis sistémica de corrupción, comenzando primero por las alcaldías de Compostela, La Coruña y Ferrol: «Se necesitaba traer al Parlamento la voz de quienes no quieren ese modelo social y político que ustedes proponen. Por eso estamos aquí». Y si En Marea no puede conseguir sus objetivos en el Parlamento, «lo haremos fuera», anunció el portavoz.

La confluencia hace, si no una enmienda a la totalidad de las tradiciones del sistema, sí un llamamiento constante a reformar el régimen autonómico amparado en el Estatuto del 81. «Exigimos que las instituciones recuperen el control sobre las decisiones económicas y que el FMI, el Banco Mundial o el BCE no nos marquen la política económica y social», aseguró en su defensa de la «democracia deliberativa». Villares construyó una intervención intelectualizada para reclamar el «ejercicio de la dignidad ciudadana», a través de la petición de una Estrategia de Inclusión Social de Galicia o la aprobación urgente de un decreto de garantías sociales mínimas.

Primera avanzadilla nacionalista

«Siempre nos encontrarán en los acuerdos que sirvan para defender a Galicia»
Ana Pontón , portavoz del BNG

Había expectativas por saber cómo recogería Ana Pontón, convertida en portavoz de facto de la oposición, el guante lanzado por Feijóo durante su discurso de investidura. «Siempre nos encontrarán en los acuerdos que sirvan para defender a Galicia», proclamó la portavoz nacional del BNG. Un avance hacia el consenso, de no ser porque Pontón se apresuró a aclarar que «difícilmente se puede llegar a un acuerdo con quien no ve la necesidad de un país moderno y orgulloso de lo que somos». En su parte más incisiva, acusó al candidato de llevar «ocho años dividiendo y siempre acaba traicionando a Galicia».

La nacionalista hizo girar buena parte de su intervención sobre las promesas que el presidente electo hizo ya en 2012, cuando tomó posesión de su segundo mandato: «Usted es un buen propagandista –le dijo–, pero la propaganda no da de comer». El discurso, trufado de las ya tradicionales alusiones a las supuestas aspiraciones políticas de Feijóo en Madrid –«usted es un presidente a la fuga»— o la relación con Marcial Dorado y Pachi Lucas, fue una recopilación de las clásicas propuestas del BNG: un cambio en el modelo financiero, la creación de una banca pública gallega o la tarifa eléctrica.

Pontón criticó la falta de alusiones a la violencia de género en el programa de investidura de Feijóo: «Tuvo todo el tiempo del mundo el pasado martes para hablar de violencia de género pero no lo hizo». Un estatus para lengua gallega, al reforma de los medios públicos o la rebeldía contra la LOMCE completaron la primera avanzadilla nacionalista de una legislatura que no ha hecho más que comenzar.

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