El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, junto a José Canedo
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, junto a José Canedo - EFE

Los cuatro de Ciudadanos Galicia

Un pequeño grupo de personas afines a la dirección nacional controla todo el poder orgánico de la formación

Santiago Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La sangría en Ciudadanos Galicia no cesa. En un momento en el que el partido dice estar plenamente enfrascado en la redacción del programa de las autonómicas, las comunicaciones de apertura de expedientes disciplinarios, bajas de militantes de base y dimisiones de cargos orgánicos siguen diezmando las filas naranjas.

Cada crítico que abandona la formación gallega repite un patrón casi idéntico. Primero, se lamenta amargamente de que los principios por los que se había aproximado a la organización liderada por Albert Rivera distan mucho de ser los que rigen el día a día de la vida orgánica. Segundo, señala las deficiencias del funcionamiento, observadas en hechos como que se prohíbe la comunicación entre agrupaciones locales, se incumplen los estatutos en la elección de cargos a diferentes niveles o no se convocan reuniones con la periodicidad que se esperaría de un partido que se habrá enfrentado a cuatro citas electorales en apenas año y medio.

El tercero de los puntos en el que coinciden los que cruzan el umbral de salida es que el poder orgánico lo detenta un reducidísimo número de personas, conformado únicamente por cuatro miembros. El núcleo duro de Ciudadanos Galicia comparte trazos como su pertenencia— o proximidad, al menos— a las estructuras de otras formaciones y, sobre todo, una fuerte contestación dentro de amplios sectores de la militancia. Más de uno de ellos fue cesado en sus funciones en alguna ocasión, pero al gozar del favor de la dirección nacional mantuvieron sus cargos o volvieron a ellos tras meses de ausencia.

«Ciudadanos funciona como una franquicia del partido estatal», repiten los cargos dimitidos, y alguno explica que «estas cuatro personas tienen la explotación comercial de las siglas para Galicia. Buscan los puestos de los que pueden sacar algún rédito y se intentan colocar en ellos».

Este póker está conformado por el delegado territorial en la Comunidad y edil en la localidad de Ribeira, Juancho Chouza; el candidato a diputado en las pasadas generales, José Canedo; la cabeza de lista y edil en la ciudad de Pontevedra, María Rey; y el portavoz del partido, Javier Sánchez Agustino. «Ellos son los responsables de lo que está sucediendo en estos meses. Al final solo quedarán ellos cuatro y sus palmeros» zanjan los críticos.

Canedo, de líder de UPyD a un sonoro batacazo en las generales

José Canedo fue uno de los primeros militantes de Ciudadanos en Galicia. Después de fracasar en su candidatura a la presidencia de la Xunta en 2012 bajo las siglas de UPyD, y de no conseguir hacerse con el control orgánico, fue uno de los pioneros en cambiar el magenta por el naranja. Cuando el partido quiso empezar a implantarse en Galicia fue uno de los hombres de confianza de la dirección nacional para pilotar el proceso. Muchos de sus compañeros ya en C’s lo señalan como el artífice de las primeras purgas de críticos en la Comunidad y como la persona que bloqueó la puerta de entrada al partido de otras personas que habían compartido militancia con él en la organización de Rosa Díez.

Aunque formalmente estuvo cesado durante meses de la directiva, siempre fue visto como un «jefe en la sombra». Volvió a saltar a la palestra como cabeza de lista por La Coruña a las generales, en las que perdió el único diputado que Cs había obtenido en Galicia.

Juancho Chouza, un coordinador de ida y vuelta en apenas diez meses

Nominalmente es el máximo responsable de la formación en Galicia. Juancho Chouza también es concejal en el municipio coruñés de Ribeira y un hombre próximo a algunos sectores del Partido Popular de la localidad barbanzana. Ocupó el puesto de coodinador territorial hasta marzo de 2015, haciendo tándem al frente de la nave naranja con José Canedo, y en esa fecha ambos fueron destituidos. Diez meses después, la dirección nacional le devolvió el puesto que ocupó durante ese tiempo Javier Chouza, que en la actualidad supuestamente ejerce como organizador de la acción de los cargos públicos del partido, pero no cuenta con poder efectivo en el mismo.

Chouza tampoco deja buen recuerdo a buena parte de sus compañeros. Numerosos líderes de agrupaciones locales declararon no conocerle en persona, pese a que debería ser el encargado de hacer de interlocutor con la dirección nacional. El subdelegado provincial saliente de Lugo señaló que al ser cuestionado hace poco por el programa y el candidato de las autonómicas, Chouza respondió que «no sabía nada y estaba esperando instrucciones de Barcelona».

Ver los comentarios