Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Cismáticos, heterodoxos y herejes

El 25 de julio mostró las cismáticas desavenencias entre los seguidores del credo indepenpopulista

Juan Soto
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

siguiendo tradicional costumbre. El 25 de julio, Día de Matria, da Patria e da Fratria, festividad de Santiago Apóstol, el santo adalid, patrón de las Españas (que así le cantan los versos escritos para su himno por don Juan Barcia Caballero), volvió a mostrar, a los ojos del espectador laico y neutral, las cismáticas desavenencias que enfrentan a los seguidores del credo indepenpopulista.

Ya se sabe que el nazionalpopulismo es una religión que predica la redención de territorios e individuos mediante la ascensión de unos y otros al paraíso del soberanismo republicano, socialista, laico, independiente y con coche a la puerta. Pero al igual que en las grandes religiones que en el mundo son –cristianismo, judaísmo e islam–, el indepenpopulismo es incapaz de evitar las líneas de fuga de discrepantes y heresiarcas.

Es un asunto interesante, y más ahora que andamos en el quinto centenario del cisma luterano (inciso: no dejen de leer el trabajo de la profesora Roca Barea sobre «Martín Lutero: mitos y realidades»). Y además, qué coño, ¿cómo no vamos a ser los gallegos heréticos (y hasta apóstatas) si nos tenemos por paisanos de Prisciliano?

El caso es que el 25 de julio volvió a escenificarse en la demarcación compostelana las dispersiones y controversias de prelados, diáconos, ostiarios, subdiáconos y acólitos. Los de En Marea, los del Bloque, los de Anova, los de Esquerda Unida, los de Podemos... Cada uno con su obispo al frente, cada uno con el estandarte de su cofradía, cada uno con sus letanías, cada uno con sus jaculatorias, cada uno con su catecismo, cada uno desde su púlpito, cada uno con su sermón. El de Villares (el sermón, no el púlpito) resultó particularmente brillante, deslumbrante, casi teologal. Ante los micrófonos de una cadena radiofónica proclamó el santo advenimiento en forma de república fraternal, con el maná cayendo sobre las cabezas de «todos e todas», incluidos/as (atención: sic) «maiores e maioras». Todo sea ad maiorem gloriam Galiciae.

Ver los comentarios