LA CARA Y LA CRUZ DEL MERCADO LABORAL EN GALICIA

Allí donde el trabajo no falta y los trabajadores, sí

El sector vinculado a la tecnología y algunas áreas de la industria demandan personal altamente cualificado, y no siempre lo encuentran. En algunos casos, la inserción laboral de algunas titulaciones supera el 90%. Los centros universitarios y las empresa trabajan en estrechar su relación después de haber vivido años de espaldas

Trabajadores de una empresa tecnológica MIGUEL MUÑIZ
Mario Nespereira

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Muchos años después de que Adam Smith instalara la idea de la «mano invisible» capaz de armonizar la economía, muchos intelectuales empezaron a preguntarse por su eficacia. Hubo quienes le profesaron fe ciega, caso del liberal Mises; pero otros atacaron sus lagunas, como el intervencionista Keynes. ¿Cómo es que el mercado no es capaz de atender necesidades tan evidentes?, se cuestionaban entonces, en una pregunta formulable en presente, puesto que son cada vez más los empresarios que salen con sus cestas en busca de trabajadores altamente cualificados, y se encuentran con los estantes vacíos . Existir, eso sí, existen: salen de las universidades y el sistema educativo, pero no en suficiente cantidad ni con la rapidez deseada.

« Faltan miles de ingenieros en el sector de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación)», constata Antonio Mosquera, director de la Escuela Técnica Superior de Enxeñería (Etse) de la USC: «No es un problema solo nuestro, es un problema de que estamos en pleno desarrollo tecnológico y faltan en todo el mundo». En efecto, asociaciones empresariales, expertos universitarios y sindicatos consultados por este diario diagnostican una enorme de demanda de empleo en el ámbito de la tecnología , pero también en otros sectores como en la industria o el universo de las pymes.

En el centro de Mosquera, donde se imparten las titulaciones de Ingeniería Informática e Ingeniería Química, es una realidad fácilmente constatable: para ellos el mundo laboral es una puerta que apenas cuesta franquear. « En el ámbito de la informática , el mercado los absorbe completamente . Incluso los que van a hacer prácticas, a veces ya se incorporan a las empresas», explica el director.

Comparte el mismo análisis con Francisco Javier Rodríguez, director de la Escuela de Enxeñería Informática del campus de Orense, vinculado a la Universidad de Vigo. « Los estudios dicen que tenemos un 94% de inserción laboral, pero en verdad es un 100% real : la gente que está en paro, o es temporalmente, o no está en búsqueda activa de empleo», afirma, lo que implica que la gran mayoría de sus estudiantes cuenta con la certeza de encontrar trabajo nada más terminar la carrera, o incluso antes: «Las empresas que están ahora mismo con nosotros ya están buscando e intentando captar al alumno cuando está estudiando. El mercado está como está: por ejemplo, nuestro centro tiene cien alumnos, pero si tuviera doscientos, tendríamos trabajo para los doscientos».

Universidad y empresa

El puente que conecta la esfera privada con los círculos universitarios es el punto que señalan todos los agentes. Incluida la Xunta. En su viaje oficial a Israel, Alberto Núñez Feijóo hizo especial hincapié en que la transmisión de conocimiento a la empresa debía ser hoy una correa más engrasada que nunca.

La letra y la música de lo que dice el Gobierno gallego nadie la pone en duda. Tampoco Marcos Balboa, responsable de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Galicia, (AJE). Él percibe una necesidad personal en sectores «muy profesionalizados y muy técnicos», ante la cual las firmas utilizan sus propios medios: « Lo que estamos haciendo para suplir la falta es coger a gente que tiene buenas cualidades y formarlos internamente» .

Y es ahí donde surge la gran pregunta: ¿Qué falla para que el sistema no sea capaz de responder a la demanda? Responde Balboa: «La rapidez. Seguimos teniendo entes muy institucionales, arcaicos, y seguimos gestionando las universidades como hace 400 años. Entonces, las nuevas realidades lleva bastante tiempo ponerlas a funcionar», asegura. De ahí su recomendación a los responsables de la comunidad educativa: «Les diría que estuvieran constantemente husmeando el mercado. No podemos hacer planes a muy largo plazo, como ahora, porque no funcionan». El futuro, dice, pasa por espolear a los más pequeños y prestar más atención a las pymes, a las que define como «las empresas con mayor capacidad de crecimiento».

Aún así, ni Antonio Mosquera ni Francisco Rodríguez se dan por aludidos. En sus respectivos centros presumen de una relación fluida con el capital. En Santiago cuentan con comités externos de asesoramiento en el que se sientan compañías como Repsol Reganosa, Alcoa, o Tecnocom ; mientras que en Orense han diseñado un plan de «aceleración curricular» para que algunos alumnos puedan participar en las jornadas de formación que imparten las empresas y así iniciar el aterrizaje al mundo laboral.

Y todo ello a pesar de que queda todavía margen de mejora. Rodríguez, en concreto, propone abandonar la elaboración de presupuestos como una «foto fija», y en cambio caminar hacia modelos en los que se pueda «tener un variable orientado a los sectores estratégicos de Galicia».

«Altos y rubios»

Ahí es donde resuenan los ecos del naval, la automoción o la biotecnología, a la que Rodríguez augura un dulce porvenir. «La industria hay que recuperarla», apostilla, en sintonía con lo que apunta la responsable de Emprego de Comisiones Obreras, Maica Bouza. Desde la central hablan no solo del tirón tecnológico, sino de algunas actividades de la industria que se han quedado sin remanente de mano de obra. Fue el presidente de Barreras, el astillero de Vigo, quien dio la voz de alarma: la falta de perfiles cualificados en Galicia obligará a la compañía a buscar empleados fuera, aseveró hace semanas José García Costas. «En la construcción naval se hicieron despidos masivos», replica Bouza, « se echó a la gente a sus casas con 50 anos y con prejubilaciones, cuando todavía estaban en edad de trabajar . Ahora muchos ya llevan tres caños en casa, organizaron su vida y es difícil que vuelvan».

A su juicio, la ecuación para resolver la falta de personal es relativamente fácil. Basta con mejorar las condiciones, indica enhebrando una metáfora: « Si los quiero altos, rubios y con tipazo, tendré pagarles el gimnasio y alimentación sana, ¿o no? Pues si quiero trabajadores buenos, cualificados y fieles, tendré que tenerlos formados y bien pagados », zanja.

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