Fernando Llopis - El último liberal

El último taxi a Katanga

«El gobierno socialista empieza a pensar que la mejor solución es echar la culpa al gobierno anterior y que el problema se transfiera a comunidades autónomas y ayuntamientos»

Taxis cortando el tráfico en la avenida de la Estación de Alicante JUAN CARLOS SOLER

ABC

Vi por primera vez «El último tren a Katanga» en el cine de mi barrio en una de esas sesiones de domingo por la tarde, donde por un módico precio podías ver un par de películas. Posiblemente en aquellos días, para mí no dejara de ser una “peli de tiros” de esas que me gustaban. Tiempo más tarde leí que el director de cine Quentin Tarantino la tenía como una de sus películas favoritas, incluso le realizó un pequeño homenaje en su “Malditos bastardos”. Siendo una película de tiros, sí que era llamativo el rol de los protagonistas, donde el concepto de bueno o malo era relativo y cambiante, a medida que los mercenarios debían priorizar entre rescatar a los europeos que se hallan en peligro por la llegada de fuerzas rebeldes o recuperar una importante cantidad de diamantes que se hallaba en el lugar.

En lo que se ha venido a llamar en nuestros días como “ la guerra del taxi ” se entremezclan las afirmaciones de todas las partes involucradas indicando que el objetivo final es el bien común. Todos parecen querer rescatar a los ciudadanos de que caigan en un modelo de transporte peor que el actual y en cierta forma como pasaba con los protagonistas de la película, se desdibujan los conceptos de buenos y malos, egoístas y generosos, los que pagan impuestos o no, y por supuesto el libre mercado en positivo o negativo.

El taxi forma parte de nuestra vida, es un servicio público necesario que hasta hace poco competía con nuestra ganas y posibilidades de caminar y contra otros servicios de transporte público como el autobús, metro o Tram. El taxi suele ser la opción más rápida, en algunos casos la única, pero cuenta como desventaja su elevado precio en comparación con el resto de los modelos.

La llegada de los VTC o vehículos de transporte con conductor ha supuesto la aparición de un competidor que entra de lleno en el modelo de negocio del taxi, permitiendo también el transporte rápido entre dos puntos a cualquier hora. Las idas y venidas de los ejecutivos socialistas y del Partido Popular han hecho que durante un período de tiempo se otorgaran un número de licencias de VTC que para el colectivo de taxistas parece inasumible mientras para otros parece escaso. Es incontestable que el número de licencias de taxi no ha crecido ni con la población ni con el incremento de la llegada de turistas , también es cierto que se han mejorado notablemente los servicios públicos de transporte que son la más clara alternativa al taxi.

Números interpretables, en cualquier caso, pero para mí uno de los problemas que tiene el taxi es su sistema tan rígido, y en ocasiones confuso, sistema de tarifas que te hace imposible conocer cuál va a ser el precio que vas a tener que pagar por un servicio de transporte. En contraposición es una de las indudables ventajas que ofrecen los servicios VTC como UBER y Cabify, que te permiten conocer de manera sencilla, a través de una aplicación, cuál es el precio del servicio que deseas antes de contratarlo. También es cierto que su sistema variable de tarifas podría hacer que en un momento determinado pueda ser muy gravoso acceder al servicio.

Taxis cortando el tráfico en la avenida de la Estación de Alicante JUAN CARLOS SOLER

Ignoro los motivos por los que el sector del taxi ha sido tan opuesto a modificar el modelo de servicio, parece que el único cambio importante ha sido que en vez de pedir el taxi por teléfono puedes hacerlo también por WhatsApp. El mundo ha cambiado mucho más que todo eso y todos los sectores están adaptándose para sobrevivir u obtener más ingresos tras la llegada de Internet y la extensión de los teléfonos móviles.

Así, tras las presiones para mantener el monopolio en vez de solicitar una transición ordenada, se han paralizado las calles de muchas ciudades. Mientras tanto, el gobierno socialista empieza a pensar que la mejor solución es echar la culpa al gobierno anterior y que el problema se transfiera a las comunidades autónomas y ayuntamientos.

No hay nada peor que obviar los problemas latentes, pero ya nos hemos acostumbrado a que nadie tome decisiones. Quizá la primera de ellas seria estudiar en lo que pide y necesita el cliente del taxi en el siglo XXI, sino más pronto que tarde el sector del taxi perderá su último tren.

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