Imagen de archivo de Sonia Castedo
Imagen de archivo de Sonia Castedo - JUAN CARLOS SOLER
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Sonia Castedo: de alcaldesa más votada de la historia al «circo» mediático y el banquillo

Sus entrevistas televisivas y su sonada dimisión en Facebook dieron a Alicante una notoriedad inusitada aunque lamentada por sus paisanos

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La figura de Sonia Castedo será recordada largo tiempo por los alicantinos debido a múltiples razones, y ningún alcalde les habrá proporcionado tanta notoriedad en toda España, aunque el regusto que les dejará -si amargo o agridulce- está por ver en el desenlace judicial de la investigación de su política urbanística y sus tratos con el empresario Enrique Ortiz.

De cómo divide esta mujer a sus paisanos da una idea que en 2011 batió todos los récords electorales con 75.000 votos, una mayoría absoluta que superó incluso al socialista José Luis Lassaleta en 1983. Y por tener una referencia, el alcalde actual, Gabriel Echávarri, accedió al cargo con 30.000 papeletas.

Incluso en los momentos más bajos de popularidad de Castedo, con su nombre en los titulares de prensa y los informativos de radio y televisión de toda España por sus asuntos judiciales, ha suscitado manifestaciones ciudadanas de apoyo en el salón de plenos municipal o en comentarios dentro de foros de Internet.

A la salida de los juzgados para declarar, un grupo de incondicionales le entregó un ramo de flores y esparció pétalos por el suelo, en símbolo de su adhesión.

Vivió una progresión evidente desde que estudió Sociología en la Universidad de Alicante y se abrió paso en el ayuntamiento primero como responsable de Prensa, a finales de los 90, y posteriormente como concejal de Urbanismo y sucesora protegida del entonces alcalde popular Luis Díaz Alperi, de quien cogió el relevo en 2008. Antes de empezar su declive, se hizo popular en la ciudad una campaña suya de limpieza y mejora de la imagen de las calles con miles de flores decorando los espacios públicos, con el sugestivo lema de «guapa, guapa».

Lágrimas en televisión

Esta primera etapa contrasta con la impresión causada por la exalcaldesa cuando derramó lágrimas en una entrevista televisada en horario de máxima audiencia, después de anunciar su dimisión por Facebook en fechas navideñas del 2014, confesándose harta de la presión mediática para su familia, sobre todo, su hija y su marido.

Fue un momento icónico de la decadencia, cuando hacía tiempo que encontraba frialdad en las filas del PP e incluso se dispararon los rumores de que iba a fundar su propio partido político. También se difundió que iba a convertirse en comentarista televisiva, y de hecho en diciembre regresó a las pantallas cuando se hizo público el archivo de la pieza del caso Brugal referida al Plan Rabasa.

En este calvario particular, se vio enfrascada en otro pleito con la presentadora Nuria Roca, que la calificó de «choriza» en las redes sociales y el año pasado se archivó la querella que Castedo le había presentado. Otro revés para un orgullo herido.

Ahora, llega el momento de la verdad, o al menos la recta final, con su procesamiento por otro juez, en la rama de Brugal que investiga el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Abandonada cualquier ambición política, al menos según sus propios comentarios, a Sonia Castedo le resta conocer un futuro incluso de cárcel o el restablecimiento de su honor.

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