Convención Nacional
El PP sale por la puerta grande de la Plaza de Toros de Valencia seis años después
Los populares revientan el coso evocando el espíritu de sus triunfos electorales en un cierre de la Convención Nacional convertido en demostración de fuerza
Casado reivindica el legado de Rita Barberá en el escenario que anticipó sus grandes victorias
El Partido Popular ha echado el resto este domingo en la Plaza de Toros de Valencia, en una jornada en la que ha exhibido la capacidad de movilización de sus afiliados y simpatizantes y en la que ha recordado con nostalgia los días de vino y rosas, al tiempo que ha lanzado un mensaje de unidad en torno a su líder.
El cierre a una semana de Convención Nacional itinerante se ha convertido en una demostración de fuerza en la que el partido ha vuelto a pisar la arena de las grandes victorias y ha evocado -seis años después de su última visita al coso- el espirítu que llevó a la Moncloa a José María Aznar y Mariano Rajoy, a la Generalitat a Eduardo Zaplana y Francisco Camps, y al Ayuntamiento de Valencia a Rita Barberá.
Hoy, lejos de aquel último acto de la campaña electoral de 2015 -tras el que el PP perdió el Gobierno autonómico y local- y en el que el partido vivía horas bajas, cercado por los casos de corrupción, los populares han recuperado un escenario que durante décadas fue símbolo de su hegemonía en la Comunidad Valenciana.
Desde primera hora de la mañana, un río de gente -bocata en mano- ha ido bajando de los centenares de autobuses que han llegado a la capital del Turia, la mayoría procedentes de municipios de la provincia pero también del resto de la Comunitat y de otros puntos de España. A su llegada a la Plaza de Toros, los voluntarios de Nuevas Generaciones los han recibido con el pack completo: botella de agua, pulsera, bandera y sombrero , que a más de uno le habrá venido bien para resguardarse del intenso sol que ha lucido este domingo en la ciudad.
Como es habitual en las grandes citas del PP, DJ Pulpo ha contribuido a levantar el ánimo de los asistentes y a propiciar un ambiente festivo: en el coso han sonado desde 'Pepas' hasta 'Danza Kuduro', con algún pasodoble de por medio.
El anuncio de la llegada de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha causado furor, pero ha sido el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, el que se ha atrevido a coger el micrófono para saludar a las cerca de 9.500 personas , según la organización, que llenaban el recinto taurino, sin contar a los que se han quedado en la puerta por las restricciones de aforo.
«Venimos porque ya está bien de lo que nos están haciendo, queremos elecciones ya», comentaba un grupo de mujeres de la capital. «Y luego nos vamos a comer una paella» , han sentenciado mientras esperaban la llegada del presidente del partido, Pablo Casado, recibido con fervor junto a su mujer, Isabel Torres, para conseguir una foto con él.
Antes de hacer su particular vuelta al ruedo y de enarbolar una Senyera, Casado ha improvisado un mitin en el exterior para dirigirse a los centenares de personas que se han quedado fuera de la Plaza de Toros. «Yo he estado muchas veces como vosotros» , ha asegurado flanqueado por María José Catalá, Carlos Mazón, Vicente Mompó y Teodoro García Egea, que también han agradecido al público su apoyo.
Ya en materia, y entre los discursos contra el «sanchismo», los 'vivas' al Rey, los gritos de «libertad» y «sí se puede» o las alusiones al legado de Rita Barberá , desde las gradas se ha escuchado un «¡Viva la madre que te parió!» cuando intervenía Carlos Mazón. El presidente del PP en la Comunidad Valenciana ha recogido el guante y ha respondido señalando entre risas a uno de los laterales de la plaza: «Está ahí».
Al plantel de barones autonómicos y dirigentes nacionales se ha sumado el protagonismo involuntario del expresidente de la Generalitat, Francisco Camps , en su primer acto de partido tras mostrar hace meses su predisposición a optar a la alcaldía de Valencia pese a que el PP ya había nombrado a María José Catalá como candidata para 2023.
Al filo de las dos de la tarde, una vez terminada la fiesta y sofocado por el calor, el público ha desalojado el recinto. Algunos, han emprendido el viaje de vuelta con varias horas de carretera por delante. Otros, antes incluso de que la organización empezara a desmontar toda la infraestructura, ya estarían sentados en una mesa para seguir con la liturgia valenciana del domingo .
