David Martínez - FIL DE VINT

Oltra también cree en banderas

Sobre el apellido de la cultura y la lengua que defendía la manifestación habría mucho que debatir

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«La derecha saca las banderas porque estamos haciendo país». Lo dijo Mónica Oltra el sábado, con una dialéctica llamativamente parecida a la que empleaban los próceres del pujolismo («fer país» aunque sea defraudando a Hacienda, porque al fin y al cabo es la Hacienda de otro país), en la conferencia política de Iniciativa, minutos antes de que Acció Cultural saliera a la calle a «Fer País Valencià», de la mano de una CUP que quiere «el pan entero» de los Países Catalanes «sin pactos ni renuncias».

La alusión de Oltra (probablemente la menos nacionalista de los líderes de Compromís, al menos en público) a las banderas me recordó la genial salida que tuvo mi amigo Miguel Ángel cuando, de adolescentes tardíos, debatía con un anarquista precisamente sobre banderas y nacionalidades en el extinto pub «El Arco», de Alcoy, al que acudíamos puntuales cada sábado a empaparnos de rock.

Mucho en español, por cierto. Miguel Ángel, tan a la izquierda que ahora profesa la fe de Podemos, cortó el debate con un «Pues claro que yo sí creo en Banderas, acaba de estrenar El Zorro».

Menos a la izquierda que mi amigo, yo sí compro el postulado savateriano de ser «humano por necesidad, pero español y europeo por causalidad». Dicho esto, una vez que mis padres tuvieron a bien traerme al mundo en Alcoy, y que he desarrollado mi trayectoria vital entre Alicante y Valencia, no puedo más que sentirme orgulloso (y agradecido, imaginen que mis padres llegan a ser de Sierra Leona) de ser y sentirme alcoyano, alicantino, valenciano y español.

No soy muy de banderas, pero entiendo que las mías son la rojigualda con el escudo de España y la Real Senyera coronada en azul. Porque son las que están reguladas como símbolos oficiales de mi país y mi comunidad autónoma, y porque representan una serie de valores inherentes a esos territorios.

Y ahí está el quid de la cuestión. Claro que la señora Oltra y sus acólitos creen en banderas, como mi amigo Miguel Ángel y yo mismo. El problema es que no creemos en las mismas. A Compromís la bandera de España que le gusta es la tricolor, y para la comunidad autónoma prefieren la cuatribarrada sin azul. Dos banderas que no son las oficiales, para empezar, y que encierran unos valores muy distintos de los que rigen nuestra actual sociedad. A mi favor en este debate tengo que las banderas en las que yo creo sí son las oficiales.

Y por supuesto que cada uno puede salir a la calle con la bandera que más le guste (excepto si sobre el fondo gualda tiene el águila de San Juan de los Reyes Católicos, claro), pero una vicepresidenta de la Generalitat o un alcalde de Valencia están obligados por cargo, mucho más que un ciudadano de a pie, a respetar la legalidad vigente también en cuestión de símbolos. Y a llamar a la Comunidad Valenciana por su nombre, y no por otro inventado para acomodar la realidad del territorio que coincide más o menos con el Antiguo Reino de Valencia a las ínfulas imperialistas del secesionismo catalán.

Porque eso, y no otra cosa, es lo que expresaba la manifestación de Acció Cultural, la CUP, Endavant, el Sindicat d'Estudiants dels Païssos Catalans y demás. Una manifestación en la que, bien es cierto que sin ningún miembro de la primera línea, Compromís estuvo sobradamente representado. Por mucho que se camuflase de «fiesta cultural» (y sobre qué apellido ponerle a la cultura y la lengua defendidas en el acto también habría mucho que debatir), esa manifestación abogaba por otra cosa muy distinta: que Cataluña debe ser independiente y, a continuación, anexionarse la Comunidad Valenciana, Baleares, la franja oeste de Aragón, Andorra, un pedazo de Francia y el rincón de Murcia donde veinte emigrantes alicantinos hablan aún valenciano.

Los valores que encierran las banderas de España y la Comunidad Valenciana que tanto molestan a Oltra o Ribó permiten, entre otras cosas, que los pancatalanistas puedan salir a la calle a defender todas las tonterías que quieran sin miedo a que les pase nada. Pero también permiten que los que no estamos acomplejados respecto a nuestros vecinos del norte les digamos que nanay.

Y las críticas furibundas que han recibido ABC y los dos redactores que han firmado las informaciones sobre la manifestación (uno de Alcoy y otro de El Cabanyal, por cierto) desde el entorno mediático de los promotores de la manifestación no hacen sino que reafirmarme en que teníamos razón.

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