Narciso Estellés - Tribuna libre

La convergencia de los extremos

«Unidas Podemos, las confluencias comunistas, los partidos independentistas y filoetarras, así como Vox, llevan demasiado tiempo enseñando su verdadero rostro»

Preocupación e incertidumbre. Estos dos términos son los que mejor definen la situación que le está tocando vivir a prácticamente toda la humanidad en estos últimos tiempos. Al dolor y al sufrimiento vivido con una pandemia sin precedentes, de recuperación asimétrica, según la economía de cada nación y la capacidad de acceso a las vacunas, ahora coexisten nuevas amenazas. Con la invasión injusta de Ucrania , el dictador y genocida Putin está forzando al mundo libre a que pueda darse una Tercera Guerra Mundial atómica sin precedentes desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962, pudiendo también subyacer un intento de cambio de orden mundial con la preponderancia de los autoritarismos capitaneados por China.

Con objeto de instrumentalizar su afán imperialista, Putin ha estado muchos años construyendo una coartada alrededor de la desintegración de la antigua Unión Soviética. Ignoro si el litio ucraniano, muy citado geoestratégicamente, tiene algo que ver con todo este derramamiento innecesario de sangre, pero el dictador ya había mostrado antes su lado destructivo e invasor en Chechenia, Georgia, Crimea, Siria o en el Dombás . También, mediante maniobras de desestabilización política, en multitud de países e incluso en España, concretamente en Cataluña, durante el auge separatista. Además, Putin ha estado involucrado en la financiación y apoyo de partidos de extrema derecha europea, así como en no pocos ciberataques.

Es importante preguntarnos realmente por la ideología de Putin. Según leamos o escuchemos, un sector afirma que es comunista porque escaló en esa época y ha reclamado siempre las antiguas fronteras soviéticas. Otras opiniones señalan que abraza un capitalismo oligarca de derechas, con un partido opuesto al comunismo. Un tercer postulado lo define como un dictador nacionalista-imperialista, de culto propio. Como quiera que fuere, en Putin pueden verse reflejados en la misma persona los signos de la convergencia de todos los extremos.

En relación a lo expuesto, a nivel político global, tanto la extrema izquierda como la extrema derecha de hoy convergen cual siameses. Ambas ideologías fingen acatar las normas del marco democrático y juegan/participan en él por medio de discursos populistas para, una vez alcanzado el poder por las urnas, iniciar su plan de desmembramiento de los pilares del Estado de Derecho. Comienzan cuestionando la Constitución y la separación de poderes, atacan la libertad de opinión y prensa, inventan enemigos internos o externos a los que atacar o de los que defenderse, polarizan y segmentan la sociedad y terminan por manipular procesos democráticos para perpetuarse.

Ejemplos en la esfera internacional que evidencian tal convergencia entre los extremos serían Rusia con Putin, Venezuela con Maduro, Turquía con Erdoğan, Hungría con Orbán o Brasil con Bolsonaro, entre otros. Ideologías y matices múltiples, pero un objetivo único y mismas formas. Donald Trump no está exento de esta clasificación, no siendo casual que él y Putin mostrasen afinidad. Por suerte, los cortafuegos del sistema democrático estadounidense no fallaron, tras perder Trump las elecciones de noviembre de 2020. Al respecto, parece una tendencia peligrosa afincada en el planeta pedir a las personas que tomen la calle cuando se pierde el poder, como también ha sucedido en Pakistán con el presidente saliente Imran Jan. En este contexto, no quiero pensar en términos de falta de estabilidad y seguridad europea lo que podría ser una Francia gobernada por Marine Le Pen . Recordemos que el Brexit ha dejado a Francia en una posición económica y geoestratégica vital, siendo el país vecino la única potencia militar atómica dentro de la UE.

REUTERS

A escala nacional también se da una clara convergencia entre el comunismo, el populismo de izquierdas y derechas y el independentismo radical, que incrementan la preocupación e incertidumbre citadas. Unidas Podemos, las confluencias comunistas, los partidos independentistas y filoetarras, así como Vox, llevan demasiado tiempo enseñando su verdadero rostro. Esta convergencia pudo observarse particularmente en forma de comportamientos políticos impropios de demócratas tras la conexión parlamentaria con Volodímir Zelenski y, en general, con la posición de perfil que estas fuerzas están teniendo con Rusia y Putin, con argumentos que rozan muchas veces lo obsceno y que pueden llegar, según casos, a ocultar vínculos económicos con él o algunos de sus oligarcas.

En el caso concreto de Vox , este partido está cada vez más claramente alineado con líderes autoritarios de otros países y continentes. Esta formación ha marcado como bandera una línea antieuropeísta y contraria a las Comunidades Autónomas, que los sitúa ideológicamente antes del 29 de diciembre de 1978, fecha de entrada en vigor de nuestra Constitución. Además, el comportamiento negacionista con la realidad del cambio climático y su oposición a la Agenda 2030 , promovida por la ONU, les sitúa de lleno en un terraplanismo ideológico de imprevisibles consecuencias para la sociedad española.

En Ciudadanos hemos sido siempre cogobernantes serios y eficaces, pero para el PP y para el PSOE, por gestionar bien, con los pactos y programas por bandera, o por denunciar sus corruptelas hemos sido un socio demasiado incómodo. Con independentistas, filoetarras y comunistas en el Gobierno pierde España y los españoles. El PP evita nombrar a Vox, pero no por ello se libra de su influencia. Con Vox intentando acceder a los órganos de poder, con la anuencia del PP también perdemos todos. PSOE y PP, con sus filias y fobias, quieren acercarnos más a esta pérdida colectiva.

Ciudadanos llegó a las instituciones para dar utilidad a la política y estabilidad a la nación desde la centralidad. Nunca perdimos nuestra esencia, aunque en un momento dado, quizás sí parte de su confianza, querido lector, que esperamos en breve recuperar, pues la convergencia de todos los extremos no es buena para el país, la democracia y la sociedad, en términos de economía, calidad de vida e incluso la seguridad de las personas.

Narciso Estellés es concejal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Valencia

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