Fallas

Las Fallas más polémicas: cuando la Fallera Mayor de Valencia dimitió y la Cremà sirvió como protesta política

Se cumplen cuatro décadas del año más combulso para las fiestas josefinas, con la ruptura total de Junta Central con la máxima representante y la aprobación del Estatuto de Autonomía como telón de fondo

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Imagen de archivo de la Cremà de una falla MIKEL PONCE
Toni Jiménez

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Ocurrió por primera vez hace cuatro décadas y, al menos en la ciudad de Valencia, no ha vuelto a suceder nada parecido. Las Fallas de 1982 estuvieron marcadas por varios sucesos que ejemplifican a la perfección la combulsión política que se vivía en la época, inmersa en la aprobación del Estatuto de Autonomía de lo que se denominaría en el mismo como Comunidad Valenciana.

Los abucheos del público ya impidieron al alcalde en ese momento, Ricard Pérez Casado, defender su discurso con normalidad en la Crida. El dia de la Cremà tampoco estuvo exento de polémica: algunas comisiones decidieron retrasarla hasta las tres de la madrugada -estaba prevista a medianoche- como protesta ante la negativa del Congreso de los Diputados de aceptar la denominación de Reino de Valencia.

Sin embargo, todavía quedaba un suceso más que agitaría al colectivo: la Fallera Mayor de ese año, María José Esplugues, r ompió relaciones con la Junta Central Fallera -el máximo órgano de las fiestas- pocos meses después de las celebraciones josefinas entre acusaciones de acoso, tal y como recogía la prensa de la época.

La compañía de una corte de honor hostil desde el primer momento, por celos hacia la que había sido elegida como representante de las Fallas, y la complicada relación con algunos miembros de la entidad fueron el detonante de una decisión sin precedentes.

«Tuve que sufrir las mezquindades de muchos personajes de la época» , contó la propia protagonista al periodista Julio Tormo en el libro «Fallera Mayores de Valencia 1931-2005». Según el relato de Esplugues, se sintió ignorada durante su reinado y recibió contínuas reprimiendas en público y a gritos por sus declaraciones a los medios fuera del argumentario establecido. Una de ellas, precisamente, a cuenta de sus palabras tras preguntarle los periodistas por el retraso de la Cremà. Ella mostró su apoyo a los falleros y desató la ira de los dirigentes de la época.

«Desde el primer momento ocurrieron algunas cosas que me obligaron a pedir que, si determinado vicepresidente acudía a un acto para acompañarme, sintiéndolo mucho me negaría, me iría o no acudiría. Estaban todos advertidos. Así lo había comunicado, incluso notarialmente , al secretario general Pere Maroto. Creo que no se lo tomaron en serio o creían que yo era un florero , hasta que mi paciencia se agotó», indicó Esplugues en el volumen editado en 2005 por el Ayuntamiento de Valencia.

Una serie de «desagradables comportamientos» que colmaron su aguante en junio, durante su visita a las Hogueras de Alicante, cuando advirtió la presencia de la persona a la que ella misma había había vetado como condición para seguir ocupando su cargo. María José regresó a Valencia en medio de una polémica que no tardó en estallar y a día de hoy todavía se desconocen muchos detalles de lo ocurrido, pese a que la entidad abrió una investigación.

Eso sí, invitada por la Federación Española de Fútbol, Esplugues cumplió con un último compromiso adquirido: presidir la Cremà de la falla que el Ayuntamiento plantó en julio con motivo del Mundial , pues Mestalla fue una de las sedes de la competición.

Pese a que las relaciones entre la Fallera Mayor y Junta Central Fallera estaban más que rotas, desde el organismo se le pidió que acudiera, en noviembre, a la misa que el Papa Juan Pablo II ofició en Valencia durante su primera visita a España. Pero Esplugues rechazó la invitación al negarle la posibilidad de ir acompañada de una persona de confianza.

María José estuvo en la Eucaristía celebrada en la Alameda, pero como una valenciana más. Para entonces la dimisión ya era efectiva y ni siquiera estuvo presente en la proclamación de su sucesora.

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