Alicante

Así se aborda judicialmente el ciberacoso

Medidas como el cambio de centro educativo o responsabilizar a los padres del autor del “bullying” se aplican para atajar un fenómeno difícil de controlar: «irradiar odio con un móvil desde el sofá de casa»

Una adolescente leyendo mensajes en su móvil FOTOLIA

J. L. FERNÁNDEZ

Las situaciones de acoso escolar o ciberacoso -con frecuencia se registran en redes sociales- tienen un enfoque complicado desde el punto de vista de las medidas judiciales, por vivirse con especial tensión entre las familias implicadas y por el uso omnipresente de nuevas tecnologías como auténticas armas psicológicas. No obstante, quienes piensen con inquietud en el próximo curso ahora que se acerca la recta final de las vacaciones, pueden tener confianza en que la administración de Justicia aplica medidas estudiadas para atajar el temido «bullying ».

En la Fiscalía de Menores de Alicante han tenido que abordar algunos casos de especial dificultad hace algunos meses, por el eco mediático que han suscitado, aunque los profesionales de la administración de Justicia consultados por ABC consideran que no se requiere ninguna reforma legal , ya que las leyes vigentes proporcionan suficientes herramientas.

A diferencia del acoso de hace unos años, más bien físico y, por lo tanto, más visible y controlable, en la actualidad los adolescentes disponen de nuevas tecnologías con las que «se puede irradiar odio con un móvil desde el sofá de casa», de forma permanente y continuada, las 24 horas del día, describe una de las responsables de este departamento judicial centrado en los menores.

Medidas de choque como el cambio del centro educativo del supuesto acosado pueden parecer a priori poco contundentes en una ciudad. De hecho, eso no ha funcionado, por ejemplo, en el caso de la adolescente de 14 años alumna del centro concertado Sagrados Corazones de Alicante a quien cuatro acosadores detenidos -tres compañeras y un compañero suyos- siguieron hostigando en la puerta de su domicilio aunque fue ella misma quien se mudó de instituto . Pero cuando se trata de municipios más pequeños, ese traslado entraña irse a otro pueblo y arrastrar a toda la familia, lo que sí tiene un efecto evidente para resolver la situación.

«Resulta difícil tratar estos casos porque, de entrada, para los padres del acosador es muy difícil reconocerlo, ya que para ellos, por encima de todo, es su hijo», explican desde la Fiscalía de Menores alicantina.

Presión mediática

En casos como el de esta joven estudiante, detectado por su pediatra a raíz de una crisis de ansiedad, otro de los enfoques consiste en «rebajar la presión» mediática, frenar temporalmente las pesquisas y las acciones judiciales con el fin de que no se publiquen informaciones que eleven la tensión entre las partes, señalan otras fuentes del mismo departamento judicial alicantino.

También se trabaja para que los progenitores del presunto agresor se metan en la piel de los de su víctima, que surja una cierta empatía para concienciar de la gravedad del problema y que se busque una solución pactada no traumática entre ambas familias, Sin que el acoso quede impune, pero tratando de no recurrir a las acciones más coercitivas o de castigo, a cambio de que no se produzcan más mensajes denigrantes.

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