Juan Milián - TRIBUNA ABIERTA

El soma amarillo

Baja la movilización y aumenta la frustración. La mentira era insostenible, pero el pato lo vamos a pagar los que nunca nos la creímos

La pasada Diada dio imágenes poco halagüeñas para el independentismo. Torra inauguraba la jornada cantando « que tremoli l’enemic » con un hilillo de voz, inaudible bajo los acordes de la Marcha Real que sonaban desde altavoces de la resistencia al nacionalismo. Los apretadores amarillos podían pasear una guillotina, quemar fotos de políticos y del Rey, lanzar objetos a periodistas o implementar su nueva tradición pacífica y democrática , el asalto al Parlament; lo único que se iba a considerar «disturbio público» aquel día era el himno nacional. La asistencia a la manifestación a favor de retirar los derechos de ciudadanía a una amplia parte de la población -la manifestación indepe - tuvo una asistencia notable, pero los visibles espacios vacíos en la plaza España evidenciaban un pinchazo. Según la presidenta de la ANC, la culpa fue del sol. Claro, es el astro rey y, por lo tanto, fascista.

Baja la movilización y aumenta la frustración. La mentira era insostenible, pero el pato lo vamos a pagar los que nunca nos la creímos. Prometieron que en 18 meses Cataluña sería un Estado miembro de la Unión Europea y de Naciones Unidas y, lo más fantasioso de todo, que abandonarían sus actas de diputados en el Congreso. Pasaron los meses y empiezan a pasar los años, pero el único acto de contrición por parte de la elite separatista es «reconocer» que quizá se equivocaron ingenuamente al fijar un límite temporal. Por supuesto, el procesismo ha venido para quedarse. Lo veremos la próxima semana en el Debate de Política General. La acción de gobierno de Torra cabe en un post-it . Más allá del típico refrito de propuestas nunca implementadas, amenazará con llevar a Cataluña a un nuevo invierno nacionalista. Su desconexión con las preocupaciones de más de la mitad de los catalanes es absoluta, aunque su incapacidad para entender los retos de futuro para una sociedad moderna es comprensible. Él viene de un pasado remoto, de finales del siglo XIX, para ser exactos. Los suyos le perdonan y le entienden, porque la culpa es siempre de los otros. Es el soma amarillo. Es la garantía de un voto cautivo.

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