Daniel Tercero - Dazibao

La (inexistente) violencia catalana al peso

«Pero el nacionalismo, en general, se lleva muy mal con la realidad. Sorber y soplar a la vez es imposible»

Agresión a dos hinchas de la selección española en Barcelona ABC

Daniel Tercero

No hay día que Quim Torra o algún miembro de su gobierno -y del sideral de Waterloo- no diga y repita que en Cataluña no hay violencia. Desde la Generalitat y desde los partidos independentistas. Todo inventado -dicen- por los agitadores de Cs, los ejecutores del PP y los cómplices del PSC. O de la prensa. La «española», se entiende. Y, como mucho, si hay que hablar de agresiones se hace de las de la Policía Nacional y la Guardia Civil, el 1 de octubre de 2017, y de algún grupo del «unionismo ultra». ¿Violencia? ¿Qué violencia? Por lo tanto, cuando Torra menta la inexistente violencia en Cataluña solo hace referencia a lo que él considera Cataluña, que está formada por los catalanes puros, los conversos o los que forman parte de la mafia secesionista. David Bonvehí (PDECat), el sábado: «Hemos sido, somos y seremos un pueblo pacífico».

Pero el nacionalismo, en general, se lleva muy mal con la realidad. Sorber y soplar a la vez es imposible. El viernes: condenados varios radicales secesionistas a penas de cárcel y una indemnización de 6.000 euros por agredir a dos seguidoras de la selección nacional de fútbol en las calles de Barcelona, en el juicio quedó probado que los ultras actuaron por su «animadversión ideológica a todo lo que representa España y lo español». El martes: dos periodistas, que cubrían las marchas en recuerdo del 1-O, fueron agredidas por manifestantes independentistas. Las profesionales eran de TVE y de Telecinco. La prensa «española», se entiende. Ni un tuit de Torra denunciando estos casos. Ni una declaración de condena por parte de Meritxell Budó, la portavoz de la Generalitat.

En Cataluña, hay unas agresiones que tienen más valor que otras. Si le rompen la nariz a uno de los míos, hay violencia. Si el agredido es de los otros, se lo inventan. Curioso. Negar la violencia y, a la vez, denunciarla. El asunto es tan lamentable que incluso el gobierno catalán, pese a decir que no hay violencia en la región, crea la Oficina de Derechos Civiles y Políticos -adscrita a la Consejería de Vicepresidencia y Economía y Hacienda- para, entre otras cosas, elaborar un informe cartografiando los lugares en los que se producen vulneraciones o se agrede a ciudadanos en Cataluña. ¿En qué quedamos? ¿No hay violencia pero la cuantificamos?

Pero, claro, no se trata solo de una simple estadística para conocer la calidad democrática en Cataluña entre 2017 y 2019, sino que es la forma institucional de decirle a unos agredidos que ellos no forman parte de la Cataluña oficial, que hay agresiones que duelen más que otras y que las que ellos sienten en sus carnes, en realidad, ¡bah!, son cosquillas (merecidas). Habla Rafael Arenas, catedrático de Derecho Internacional Privado en la Universidad Autonóma de Barcelona (UAB), expresidente de Societat Civil Catalana (SCC) y coautor del Informe sobre violencia política en Cataluña: «En el informe de la Generalitat, el primer incidente que se reporta son amenazas en Twitter al presidente de la Generalitat. No digo que no hayan de ser denunciadas estas cosas, por supuesto; se trata tan solo de ponerse de acuerdo en ello; pero si se recogen esos tuits amenazantes contra el señor Puigdemont -que era entonces el presidente de la Generalitat-, ¿por qué no se recoge que en redes sociales se hizo explícito el deseo de que la señora Arrimadas sufriera una violación grupal?».

Y añade: «Quizás haya un sesgo en el informe, que, por desgracia, se confirma de su lectura. Pondré un ejemplo. Entre el 7 y el 11 de abril de 2019 se incluye como intolerancia política un saludo fascista. No entraré aquí a discutir si es adecuado o no incluirlo en intolerancia política; porque lo que llama la atención es que incluyendo ese saludo fascista no incluya como intolerancia política el boicot al acto de S’ha Acabat! en el que se inserta ese saludo. Hubo bastante más que un saludo fascista: nos encontramos con el intento deliberado de boicotear un acto sobre Europa, con un grupo de personas que formaron una cadena para impedir el acceso a la sala donde se iba a realizar el acto y que obstaculizaron el acceso de los que debíamos intervenir y de los asistentes. Tampoco se incluye el boicot a la carpa de S’ha Acabat! el día 9 de abril en la UAB. ¿Por qué se incluye como intolerancia un saludo fascista y no rodear a una carpa informativa intentando cerrarla con cinta aislante, empujando, golpeando y tirando objetos a quienes estábamos en la carpa? Tampoco figura en el informe el boicot al acto sobre Cervantes organizado en la Universidad de Barcelona por SCC el 7 de junio de 2018. Tampoco figura en el informe un ataque con palos a otra carpa informativa de constitucionalistas en la UAB el 7 de mayo de 2018». Y concluye: «Pocas veces he visto un ejercicio tan desvergonzado del poder en beneficio de una determinada ideología».

Tras el informe, su divulgación. Que la ciudadanía sepa al peso lo que vale una torta bien dada. Así lo hace Nació Digital : «¿Quiénes son los violentos? El unionismo ultra protagoniza más del 80 % de los ataques políticos en Cataluña. Casi todas las actuaciones del independentismo son pintadas contra sedes de partidos, mientras que el españolismo sobre todo agrede y amenaza personas concretas». Al frente de la Oficina de Derechos Civiles y Políticos figura Adam Majó Garriga, en su tiempo miembro del Moviment de Defensa de la Terra (MDT), formación política que salió de la banda terrorista Terra Lliure y que acabó integrándose en la CUP.

Y así se explica la propaganda del nacionalismo populista en una Cataluña en la que no existe la violencia pero se cuantifica y se clasifica.

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