Rosa Ribas: «Algunas familias son una novela negra»

La autora barcelonesa residente en Fráncfort presenta al clan de detectives Hernández en «Un asunto demasiado familiar»

Rosa Ribas, en una imagen de archivo ABC

Sergi Doria

Después de la serie policiaca de la comisaria hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor, Rosa Ribas sigue escribiendo novela negra, pero con escenario y protagonistas diferentes: “ Un asunto demasiado familiar ” (Tusquets en castellano/ Capital Books en catalán) es el primer caso de los Hernández, una agencia de detectives familiar que dirige Mateo Hernández con la colaboración de su esposa Lola y su hija mayor, Nora.

La agencia está radicada en Sant Andreu, un barrio que fue pueblo antes de que Barcelona agregara los municipios colindantes en 1897. “Mateo Hernández, el patriarca de la familia detectivesca, está muy apegado al barrio y conoce las vidas de sus vecinos, que también saben cosas de su pasado como que antes de ser detective fue quinqui y perpetró un atraco, de ahí el título de la novela: un asunto demasiado familiar”, explica.

Nacida en El Prat, Ribas reside desde 1991 en Fráncfort , aunque retorna periódicamente a Barcelona. “Todas las ciudades, como todas las familias, se parecen. Fráncfort tiene su casco antiguo, sus barrios de servicios y esos núcleos que antes fueron pueblos con su plaza mayor, mercado, antigua casa consistorial…”.

Un detective mediterráneo

La novelista ha preferido que su historia transcurra en Barcelona: “No quería un detective monolítico al estilo clásico, ni tampoco el detective nórdico atormentado. Herández es más mediterráneo , se patea el barrio, vive al aire libre, nos resulta próximo por su buen humor y la entrega a su familia”, añade.

La investigación de la desaparición del hijo de un constructor del barrio y la desaparición de la hija del propio detective resucitarán demonios de un pasado marcado por la droga y la delincuencia. “El asunto de la desaparición me sirve para desentrañar los demonios de los personajes, porque algunas familias son una novela negra”, apunta.

Nacida en 1963, la novelista recuerda la generación que exterminó la heroína en los años ochenta: “El Prat era un supermercado de la droga. La policía escoltaba el autobús para que no nos atracaran los yonquis que no tenían dinero para pagarse la dosis”. La inseguridad y el aumento de robos violentos todavía no ha impactado en Alemania: “Barcelona sigue siendo atractiva y siempre que vengo, el avión va lleno de turistas alemanes”.

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