Leonardo Padura: «Ni los premios ni la experiencia resuelven el problema de empezar a escribir una novela»

El escritor cubano recoge en Barcelona el premio Barcino de Novela Histórica

Leonardo Padura, fotografiado en Barcelona Efe

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No es el de Leonardo Padura (La Habana, 1955) el primer nombre que a uno le viene a la cabeza cuando piensa en la tradicionalmente entogada e imperial novela histórica, pero lo cierto es que, a su manera, el autor cubano ha convertido a su detective Mario Conde en uno de los mejores cronistas de la historia reciente de su país. «Ayuda a entender una parte del siglo XX en Cuba», constata el editor Félix Riera, comisario de la Semana de Novela Histórica de Barcelona.

Es por eso que el certamen literario ha decidido reconocer al autor de «El hombre que amaba a los perros» con el premio Barcino, galardón que recogerá este jueves en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. «La mejor manera de pasear por la Cuba revolucionaria es en compañía del gran Mario Conde», destaca el jurado como razón de peso para sumar el nombre de Padura a los de Lindsey Davis, Santiago Posteguillo, Simon Scarrow, Christian Jacq y Arturo Pérez-Reverte, ganadores de las anteriores ediciones.

«La parte histórica me sirve para darle una mayor dimensión a los conflictos del presente», sostiene el propio Padura mientras esquiva con elegancia la pregunta de si, siendo él un autor cosido a la novela negra, no hubiese preferido viajar a Barcelona para recoger el premio Carvalho. «El Carvalho creo que me ha pasado cerca, pero no me ha tocado», relativiza. Eso sí: el día que finalmente caiga (si es que cae), lamentará no poder recibirlo de mano de Paco Camarasa, «un hombre fundamental no sólo para la novela negra, sino para toda la cultura».

De vuelta a la novela histórica, territorio poroso que, asegura, es un vehículo para entender y descifrar el presente, Padura asegura que en manos de un escritor puede convertirse en un mecanismo «para entender lo que sigue siendo el hombre». Un punto de vista casi antropológico que, sumado a la «generosidad» de ese género negro que, asegura, «es más una atmósfera, una intención», cristaliza en novelas como «Herejes», «La cola de la serpiente», «La neblina del ayer» o esa «Máscaras» con la que ganó el premio Café Gijón en 1995. «Estuve cinco años escribiendo como un loco para no volverme loco», recuerda.

Más de dos décadas después de aquello, Padura se alarma por lo implacable del paso del tiempo - «me estoy volviendo un viejo de mierda. ¡Soy más viejo que Hemingway cuando se murió!» , exclama- y constata que si algo se mantiene inalterable es la «incertidumbre» de la página en blanco. «La vida ha cambiado, pero la incertidumbre a la hora de escribir es la misma. Ni los premios ni los reconocimientos ni la experiencia resuelven el problema de empezar a escribir una novela», destaca.

El atasco, sin embargo, tendrá que esperar, ya que Padura ya está trabajando en la continuación de «La transparencia del tiempo», su última novela. «Ahora tengo un médico cubano que vive en Barcelona. Quiero que viva aquí y que sea un personaje inconforme con todo, al que todo le parezca una mierda. Uno sólo puede odiar íntimamente algo que ama íntimamente», destaca sobre un libro con el que se ha propuesto estrechar lazos con la cultura barcelonesa. «Soy 'culé'. Nadie es perfecto», bromea.

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