Cervantes, Marsé y Rodoreda te llevan de paseo por la Barcelona literaria

Un mapa cartografía autores, novelas y escenarios de alto calado literario

Un hombre comprando libros durante la diada de Sant Jordi EFE

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Están las rutas literarias privadas que siguen los pasos del Daniel Sempere de «La sombra del viento» o el Arnau Estanyol de «La catedral del mar», los ecos cervantinos del ocaso del Quijote en la playa de la Barceloneta, y el sobrepeso simbólico de escenarios de alto calado emocional como la Montaña Pelada, la plaça del Diamant, Aribau 36 o la calle Caponata. Están también los libros de voluntad antológica como «Paseos por la Barcelona literaria», las estatuas dedicadas a Jacint Verdaguer , Narcís Oller o Serafí Pitarra, y el perfume eterno de personajes como el Pijoaparte, Carvalho, La Colometa o, faltaría más, el Watusi, pero a la Barcelona literaria, ese torbellino de páginas escritas a lo largo y (no tan) ancho de la ciudad, le faltaba algo.

Le faltaba, de hecho, una cartografía; un mapa que reuniese en un único espacio la mayoría de «calles, pasajes, edificios y rincones habitados, frecuentados o inmortalizados por escritores de todas las épocas y orígenes». Un mapa como el que, por fin, acaba de publicar el Ayuntamiento de Barcelona para celebrar su condición de Ciudad de la Literatura según la Unesco y «centralizar» en un único espacio casi 300 puntos de especial significación literaria . Así, además de librerías, bibliotecas, cementerios y rincones de lectura, el Mapa literario de Barcelona centra buena parte de su interés en el desglose de escritores por un lado y libros barceloneses por el otro. Una relación que, según avanza Marina Espasa, responsable de la oficina Barcelona Ciudad de la Literatura de la Unesco, será el punto de partida para una nueva remesa de placas conmemorativas que, del papel al asfalto, recuerden que, por ejemplo, Josep Pla empezó a escribir su «Quadern Gris» en la Universidad de Barcelona, que Vázquez Montalbán nació en la calle Botella o que Julio Cortázar fue un asiduo del restaurante Tramonti durante su estancia.

Mapa de los autores de Barcelona ABC

Barrios que hacen «boom»

De momento, sin embargo, hay que conformarse con este mapa desplegable que geolocaliza a Antonio Machado en la Torre Castanyer, a Joan Sales en el mirador del Carmel que lleva su nombre y a Roberto Bolaño, Aurora Bertrana, George Orwell, Maria Aurèlia Campany y Terenci Moix en el tupido entramado literario del centro de la ciudad. La selección, elaborada por Espada con la colaboración de los periodistas Víctor Fernández y Joan Safont, contempla desde residencias fijas a pasos fugaces por la ciudad, aunque uno de los requisitos para que la cara del escritor aparezca en el mapa es que esté muerto. De ahí que la presencia de Vargas Llosa merezca una explicación adicional: «Como es el único Nobel relacionado con la ciudad, decidimos que tenía que estar. Además, quedaría raro que apareciese García Márquez pero él no», explica Espasa.

De las huellas del boom en las pudientes calles de Sarrià a ese villa de Gracia desde que la operaron Salvador Espriu, Mercè Rodoreda y, ya fregando con Sant Gervasi, Ana María Matute, el mapa literario también evidencia que, en cuanto uno cruza ese paralelo imaginario que dibuja el Passeig Sant Joan, la Barcelona literaria se convierte en un desierto cultural. Un páramo «habitado» únicamente por Xavier Benguerel e Ignasi Iglesias que demuestra que, al menos en esta Barcelona de autores clásicos y cadáveres exquisitos, la cultura seguía siendo cuestión de código postal y también de renta. «Espero que si de aquí cien años se hace otro mapa la situación sea completamente diferente», subraya Espasa sobre unos barrios obreros y fabriles que quedan encuadrados entre «Últimas tarde con Teresa» de Marsé y «Carrer Bolívia» de Maria Barbal.

Y es que también las novelas tienen su protagonismo y, esta vez sí, permiten seguir la pista de autores más o menos contemporáneos como Eduardo Mendoza («La ciudad de los prodigios»), Enrique Vila-Matas («Historia abreviada de la literatura portátil»), Quim Monzó («Vuitanta-sis contes) y Carme Riera («La meitat de l’ànima»). Libros muchos de ellos que desbordarán los márgenes del mapa para dar pie a una suerte de instalaciones físicas que reproducirán, a pie de calle y en enclaves de especial significación libresca, citas de textos icónicos de la narrativa barcelonesa. Citas como esa «Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído y dijo:-¡Aquí fue Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias, aquí usó la fortuna conmigo de sus vueltas y revueltas, aquí se escurecieron mis hazañas, aquí finalmente cayó mi ventura para jamás levantarse!» con la que Cervantes grabó a fuego el destino literario de Barcelona.

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