The Beach Boys, eterno verano al sol

La banda californiana, con Mike Love y Bruce Johnston como únicos supervivientes, recuperó sus clásicos en su regreso a Pedralbes

AFP

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Con Brian Wilson fuera de juego por los problemas derivados de su frágil salud mental, Mike Love tiene vía aún más libre para hacer y deshacer a su antojo y explicar la historia de los Beach Boys como más le plazca. Las canciones, es cierto, tienen algo suyo, aunque sea por imposición legal, pero con cada cada nueva gira parecen perder algo de calidad interpretativa para reforzarse por el flanco del kitsch floreado y la pulsión sufera sin demasiados matices.

Eso, de hecho, son los Beach Boys de 2019: un eterno verano al sol con una pizca de formol que si no descarrila es por el trabajo de músicos como Jeffrey Foskett y Scott Totten, pilares vocales e instrumentales de un viaje a la edad dorada del pop que, en el regreso de la banda al Festival de Pedralbes tras su actuación de 2017, arrancó con «Do It Again», «Surfin' Safari» y «Catch a Wave». Toda una declaración de intenciones reforzada por las imágenes que proyectaba la pantalla, una mezcla de vídeos de época (mucho primer plano de Love; más bien poco de todo lo demás) y grabaciones de coches, chicas y tablas de surf. Sutil, sí. Muy sutil.

Casi tanto como ese «12 Sides Of Summer» que Love acaba de lanzar bajo su propio nombre y del que recuperó en Barcelona anémicas versiones del «Here Comes The Sun» de los Beatles o de «Summertime Blues» de Eddie Cochran y una perversa «Rockaway Beach» de los Ramones. También rescató «Pisces Brothers», su homenaje póstumo a George Harrison, y se hizo acompañar por su hija Ambha Love en «Kiss Me Baby» y «The Warmth Of The Sun», pero el peso de la noche recayó en los resplandecientes estribillos de «Surfin U.S.A», «Don’t Worry Baby», «Little Deuce Coupe» o «Then I Kissed Her».

Canciones canónicas de la factoría Wilson que quizá sonaron un tanto maltratadas en las ajadas gargantas de Love y Bruce Johnston, el teclista que reemplazó a Brian Wilson en 1965, pero cuya arquitectura melódica convierte en prácticamente indestructibles. Ahí, estaba, por ejemplo, la inmejorable «God Only Knows» (presentada por Love, sin duda en un desliz, como una canción de SU disco «Pet Sounds» ) aguantando el tipo a pesar de todo. O «I Get Around» y «Help Me Rhonda», majestuosaS incluso cuando las voces se quedaban a medio camino.

El fragor de «Do You Wanna Dance», dedicada al malogrado Dennis Wilson, y las filigranas barrocas de «Good Vibrations», catedral pop con la que Brian rozó el cielo y empezó a perder la cabeza, comenzaron a despedir una noche que, de vuelta a los dominios surferos, echó el cierre con la diversión de segunda mano de «Fun, Fun, Fun». Surf imaginario en las gradas y el presentimiento de que a la próxima vendrá aún menos gente.

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