BCNegra 2020

Alan Parks: «Llegué a Barcelona como europeo y vuelvo a Glasgow de extracomunitario»

El escocés presenta en España «Enero sangriento», primer título de la serie de Harry McCoy

Alan Parks, fotografiado a su paso por Barcelona Inés Baucells

Sergi Doria

Alan Parks llegó a Barcelona como ciudadano europeo... y volvió a Glasgow de extracomunitario: «Es el Brexit. El día después del referéndum seguía sin creer que Inglaterra padecía una locura colectiva», lamenta. En Glasgow transcurre el «Enero sangriento» (Tusquets, en castellano/Univers, en catalán) de Harry McCoy, agente bebedor y amigo de un narcotraficante en una ciudad decrépita. Publicada en 2017 y premiada en Francia por los connaisseurs del noir, «Enero sangriento» inaugura una serie que proseguirá con títulos del calendario: la próxima entrega, «February’s Son».

El asesinato de una joven y el suicidio del criminal en una céntrica calle en enero de 1973 lleva a McCoy a investigar las clases altas de Glasgow y enfrentarse a una red de vicios privados y perversiones. «En 1973 yo tenía diez años... McCoy recorre las calles donde vivían mis primos y mis tíos. En aquella época la gente malvivía tras el hundimiento de la industria pesada... Pero una minoría vivía muy bien. Recuerdo ver pasar por un lóbrego callejón el rutilante Rolls Royce del hombre más rico de Glasgow... Esa idea impulsa mi novela: gente muy rica frente a gente muy pobre; cómo mantienes una actitud moral en situaciones límite», explica.

Después de veinte años de trabajar en producciones musicales como autor de portadas, videoclips e imágenes promocionales de estrellas del pop, no es extraño que esa iconografía asome en Enero sangriento: Rod Stewart, Marc Bolan, Bob Dylan y un concierto de David Bowie en el Green‘s Playhouse. «Incluí muchas letras de canciones pero, como luego has de pagar derechos, las suprimí. La música te ayuda a evocar el pasado y reconstruir los ambientes de una época muy viva. En la siguiente novela aparecen los Rolling Stones... A mí me interesa la música popular de verdad, no la que ensalza la crítica», apunta.

Dejamos a McCoy ante «largas hileras de bloques de viviendas negros y sucios, interrumpidas de vez en cuando por solares vacíos tomados por el barro, por pilas de azulejos rotos y ladrillos viejos, pedazos de metal o plomo de tejados desaparecidos...». Nada que ver con el Glasgow de 2020 y sus franquicias comerciales. «Hoy todas las ciudades parecen iguales» , sentencia Parks.

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