Ser payés

Me considero un labriego de la información porque evito la trampa de la instantaneidad y las víricas redes sociales, aunque las utilizo previo paso por una refinería que filtra lo factual de lo opinativo, otra de las plagas actuales. Opto por el periodismo prospectivo, de explicación de lo que va a pasar y por qué pasa lo que pasa, en detrimento del posnoticioso. Por eso me gusta arrancar el año echando un vistazo al calendario de los payeses, la publicación en catalán más longeva.

La rueda perpetua que ideó el fraile Domènec Varni y que sirve de portada a la publicación que cuenta con 161 años de historia, pronostica que 2022 será un año muy fértil en lo concerniente a los cultivos. Anticipa un eclipse total de luna el 16 de mayo, otro parcial de sol el 25 de octubre y las lluvias de estrellas previstas. Incluye consejos para utilizar las hierbas en la cocina, un calendario de prácticas agrícolas, siembras y plantaciones, otro de frutas y hortalizas de temporada y las fechas de los mercados semanales, de las ferias y de las fiestas mayores de los municipios catalanes. Ideal para emular a un 'pagés' sin serlo.

A vueltas con el cambio climático, esta edición informa que la temperatura en Cataluña ha subido 1,8 grados desde 1950, con las consecuentes afectaciones en la naturaleza, el desplazamiento de los cultivos y la escasez de agua.

Joan Tomàs Bilbeny, editor del anuario, firma una relación de refranes populares predictivos a partir de la observación de fenómenos naturales, como «mañana de niebla, tarde de sol» o «golondrina que vuela a ras de tierra, trae tempestad».

Artículos dedicados al tomillo, aliento de los ángeles y tesoro de la tierra, a la ferrería catalana, a la recuperación de la tracción animal en el trabajo del campo y otras iniciativas que retoman antiguas tradiciones, como el cultivo de viñedos en Collserola, centran otros capítulos de ese mundo que vuelve para vivir acompasado al ciclo de la vida.