Elecciones municipales Barcelona

La papeleta del anticlericalismo

«El anticlericalismo daba, da y seguirá dando votos en Barcelona», afirma el especialista en comunicación Paris Grau

Ada Colau ha marginado instituciones y celebraciones religiosas en una ciudad con más de 600 centros de culto

La alcaldesa de Barcelona, ada Colau, y el Cardenal-arzobispo de la Ciudad Condal, Juan José Omella EFE

Miquel Vera

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La ciudad de Barcelona ha exhibido a lo largo de los últimos siglos una perenne pulsión anticlerical que todavía hoy flota sobre el argumentario político de muchos políticos de la Ciudad Condal. Esta tendencia ha aflorado de nuevo a lo largo del pasado mandato, en el que el gobierno de Ada Colau ha marginado premeditadamente las celebraciones e instituciones religiosas, especialmente aquellas relacionadas con la fe católica que profesan la mayor parte de barceloneses.

«El anticlericalismo daba, da y seguirá dando votos en Barcelona», explica a ABC el especialista en comunicación religiosa de la agencia Animaset Paris Grau . «Hay un sector de la ciudad que considera que la Iglesia católica tiene demasiado poder y presencia. De cara a estos votantes, mostrarse subversivo es muy rentable electoralmente», añade el autor del libro Déu a Barcelona (Editorial Claret, 2019) .

Grau se ha entrevistado con los candidatos de todas las formaciones con posibilidad de obtener representación en las elecciones locales del próximo 26 de mayo -menos la CUP , que se negó a participar en el libro que también firma Jordi Roigé-. Tras estos encuentros, el autor afirma sentirse «sorprendido» por el hecho de que todos ellos tengan ideas amplias y profundas sobre qué políticas desarrollar en materia religiosa en Barcelona aunque la mayoría de sus partidos mencionen de forma escueta esta cuestión en sus programas electorales.

Según el analista, Barcelona en Comú, la CUP y, en menor medida, ERC proponen medidas contrarias al papel de la religión, en general, y de la Iglesia católica , en particular, en sus propuestas para las elecciones del próximo domingo. «El PSC no dice absolutamente nada sobre el tema, el PP solo habla de la asignatura de religión, Colau evita hablar de fe y prefiere referirse a la multiculturalidad de la ciudad y ERC promete retirar ayudas a entidades religiosas. La CUP directamente habla de expropiar colegios no laicos. Solo Junts per Catalunya tiene un punto dedicado a los asuntos religiosos», resume.

Preguntado sobre los motivos que han movido al grueso de los políticos a esconder, cuando no, criticar, la religión en general y la católica en particular, Grau reconoce que esta sigue asociada a «elementos del pasado». Sin embargo, advierte de que la práctica religiosa está muy viva en Barcelona, no en vano, hay más de 600 centros de culto en la ciudad . De estos, unos 240 son parroquias y templos católicos, 200 centros protestantes. Además, también hay 29 centros budistas, 20 musulmanes y algunos otros de religiones minoritarias. «El hecho religioso está muy presente en la ciudad, no se puede obviar. La ciudadanía se reúne en citas religiosas como lo hace en fiestas populares, exhibiciones deportivas o culturales. Sin embargo, la alcaldesa margina a las primeras y no el resto », lamenta.

Omella, Colau y la Mercè

Una muestra de la actitud hostil hacia la religión es que, a lo largo de su mandato, Colau ha evitado aparecer en público con el arzobispo de Barcelona, cardenal Juan José Omella, -a pesar de mantener una fluida comunicación- y ha insistido en retirar de su agenda cualquier misa o celebración litúrgica. Un ejemplo. Al llegar al Consitorio decidió que la tradicional misa de la Mercè en honor a la patrona de la ciudad dejara de figurar en la programa de las fiestas mayores. También decidió abstenerse de acudir a una eucaristía a la que sí van representantes de los demás grupos municipales -a excepción de la CUP-. Eso le valió numerosas críticas y disparó la afluencia de fieles al oficio patronal. El equipo de Colau debió ver efectiva su estrategia y esta semana, en plena campaña, decidió anunciar en un mitin centrado en vivienda el importe de la licencia de obras que deberá pagar el templo de la Sagrada Familia al grito de: «Deberán pagar como todo dios» .

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