Colau y la memoria histórica: Durruti sí, Samaranch no
El PP pide la retirada de las calles y plazas dedicadas a Durruti o a Puig Antich
Barcelona ya casi no recuerda plenarios y comisiones municipales sin que el nomenclátor se cuele entre los debates caldeados del día. El revisionismo histórico se ha convertido en caballo de batalla habitual en el ayuntamiento y buena culpa de ello la tiene el gobierno de Ada Colau , que cuando en 2015 llegó a la alcaldía incorporó la memoria histórica a la agenda del gobierno municipal con una visión, eso sí, totalmente parcial e ideológica. Entonces, y con los ahora diputados de En Comú en Podem en el Congreso, Jaume Asens y Gerardo Pisarello como pesos pesados de su equipo, el gobierno impulsó sonados borrados de calles. A modo de resumen, se oficializó la desaparición de la plaza de la Hispanidad, de Juan Carlos I y de Llucmajor, y la avenida Príncipe de Asturias o la de Borbón, entre otros. Se borró también la denominación de los jardines Príncipe de Gerona y los de las Infantas.
La depuración en el primer mandato se centró en nombres asociados a la Monarquía y los símbolos del Estado pero abordó otros campos. Se retiró, por ejemplo, la calle al almirante Cervera y eliminó de la vía pública la estatua a Antonio López, el Marqués de Comillas, que sigue teniendo una plaza a pesar de que los trámites para cambiarlo están en marcha.
En su lugar se han grabado nombres de activistas vecinales o denominaciones históricas, pero casi nunca con consenso. El debate sobre la memoria, y sobre el reglamento del nomenclátor, ha provocado constantes tensiones, y también incoherencias de los grupos, especialmente los independentistas, que han sido los grandes aliados de Colau en su revisionismo , eso sí, siempre en función de intereses partidistas.
Revisionismo
Es lo que ocurrió precisamente ayer. El PP trajo a la comisión de Cultura una propuesta para revisar y eliminar los nombres que no se ajustan a la legalidad que fija la Ley de Memoria Histórica. El portavoz del grupo, Óscar Ramírez, se aferró también a la resolución del Parlamento Europeo de 2019 que condena todos los crímenes del nazismo y comunismo y lamentó que precisamente los últimos cambios en el callejero de Barcelona «responden más al revisionismo histórico», ya que el gobierno Colau «favorece siempre a figuras anarquistas, republicanas o del nacionalismo catalán».
Callejero y normativa en mano , Ramírez cuestionó algunos de los nombres que Colau ha pasado por alto en su revisionismo. Citó a «ilustres anarquistas y comunistas» como Buenaventura Durruti, Ángel Pestaña o Andreu Nin , a «xenófobos declarados» como Sabino Arana o Lluís Companys, o a Salvador Puig Antich por promover la lucha armada.
«Hay, por lo tanto, espacios susceptibles de renombrar por figuras integradoras universales», defendió Ramírez. Así, puso los ejemplos de perfiles clave de la historia de Barcelona como Montserrat Caballé, Juan Antonio Samaranch, Mari Sampere, Freddie Mercury, Salvador Dalí o Juan Pablo II, que a pesar de su obvio vínculo con la Ciudad Condal no tienen espacio en su callejero.
Con todo, solo Cs y BCN Canvi apoyaron la medida. Marilén Barceló (Cs) denunció los «tics autoritarios» y la «imposición» del equipo de gobierno y Eva Parera (BCN Canvi) recriminó al gobierno ser «los reyes del revisionismo, del que no se ha salvado ni Cristóbal Colón», cuya icónica estatua en La Rambla se ha cuestionado en varias ocasiones. La medida del PP, sin embargo, quedó rechazada, al votar en contra BComú, PSC, ERC y JpC que, esta vez, reprocharon al unísono al PP tener ganas de revisionismo y de hacerlo, además, por « nostalgia con un régimen totalitario », aseguró el concejal Jordi Rabassa (BComú). Independentistas y comunes, condenaron especialmente que se incluyera a Puig Antich en este debate y lamentaron, como si nunca antes hubiera ocurrido en el consistorio, que el nomenclátor se instrumentalice.
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