Alberto Fernández - Tribuna Abierta

La turismofobia de Colau

El vandalismo contra el turismo perjudica muy seriamente la imagen de Barcelona

Alberto Fernández
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Barcelona desde hace años se ha convertido en una de las principales capitales del mundo junto París, Nueva York, Londres o Berlín. Una ciudad de obligada visita para muchos turistas que quieren descubrir desde las maravillas del modernismo de Gaudí, hasta disfrutar de un día soleado en las playas de la ciudad. Lamentablemente el éxito de Barcelona tiene como enemigo al gobierno municipal, que no actúa como motor y permite que se promueva la ‘turismofobia’, acusando al turismo de los principales males de la ciudad. Una manera más de esconder la mala gestión de la alcaldesa Colau, que convierte la gran oportunidad del turismo en un problema.

Colau y su gobierno fueron incapaces de condenar de motu propio los últimos ‘escraches’ ocurridos en hoteles de la ciudad.

El pasado 1 de mayo en el centro de Barcelona durante la manifestación anticapitalista liderada por los concejales antisistema de la CUP, se destrozaron las entradas de algunos hoteles. Además, la semana pasada, en los distritos de Gràcia y Poblenou hubo nuevos ataques vandálicos. Unos disturbios que llegaron a situaciones de intimidación y de conflicto con trabajadores y clientes del hotel. Las peticiones de condena por parte del sector hotelero y del Partido Popular obligaron al gobierno de Colau a condenar esos ataques de manera fría y tardía, sin casi ahondar en lo sucedido y tratando al turismo como un problema.

En casos de vandalismo, el Ayuntamiento debe estar obligado a presentarse como acusación particular contra violentos e incívicos que atacan hoteles. El turismo representa casi el 15% del PIB de la ciudad, genera inversión, prosperidad y representa más de 100.000 puestos de trabajo. Necesitamos una administración que actúe contra los autores de los escraches, ya que el vandalismo contra el turismo perjudica muy seriamente la imagen de Barcelona.

Desde que Colau es alcaldesa, el turismo ha pasado de ser el noveno problema de Barcelona, al segundo. Una alcaldesa que provoca un divorcio continúo entre Ayuntamiento y los sectores que crean empleo y generan inversión: hoteles, restauradores y comerciantes. Es necesario que Colau entienda que es la alcaldesa de todos, y ahora le toca gestionar, ya que los problemas del turismo no se solucionan abriendo una guerra contra el sector. Es necesario buscar soluciones como una un plan de inspección eficaz contra aquellos pisos turísticos que generan molestias vecinales o son ilegales; colaborando con el protocolo de Guardia Urbana para dar respuesta a las quejas vecinales o impulsando un turismo de calidad que se abra a toda la ciudad de manera ordenada, siempre respetando el descanso de los vecinos.

Alcaldesa Colau deje de poner trabas al turismo, porque esta absurda batalla puede acabar costándole muy cara a Barcelona en un futuro. El famoso ‘Tourist go home’ que Colau avala con su medidas antiturismo pueden convertirse en un ‘Colau go home’, en un plazo breve de tiempo.

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