Sergi Doria - Spectator In Barcino

Los restos de la utopía

Los nacionalpopulismos promueven un relato victimista e hispanófobo para encubrir su naturaleza autoritaria. En 'Madre patria', Marcelo Gullo Omodeo conecta el indigenismo con el separatismo

Aragonés y Puigneró, a las puertas de la Generalitat Efe
Sergi Doria

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El gobierno Aragonès es una ficción disfrazada de coalición: Junts y ERC siguen sin soportarse; en la neoconvergencia, la facción Jordi Sánchez se da de codazos con la cofradía del fugado; mientras versionan 'Els Segadors', la CUP dicta sentencia: acusa al Govern derechista y Arran ocupa la sede de Esquerra.

En el foro liberal del Círculo del Liceo José Antonio Zarzalejos habla de 'Felipe VI, un rey en la adversidad'. Antes del 3-0 el Rey conversó con destacadas personalidades de la sociedad catalana que mantienen el anonimato. «Aunque hubiera hecho el discurso en catalán y apelado dieciocho veces al diálogo, la reacción independentista habría sido la misma», dice a quienes reprocharon el tono del monarca. El separatismo ataca al Rey porque encarna la integridad del Estado; como en el 6 de octubre de 1934 cuando Companys se rebeló contra la República.

La 'mesa de diálogo' con autodeterminación y amnistía no cuela: «No es reformar la Constitución. Hay que ir al Congreso, como hizo Ibarretxe, y abrir un proceso constituyente», advierte.

Los nacionalpopulismos promueven un relato victimista e hispanófobo para encubrir su naturaleza autoritaria. En 'Madre patria' (Espasa), Marcelo Gullo Omodeo conecta el indigenismo con el separatismo. La denigración de la conquista de América por España en la Leyenda Negra es un cúmulo de 'zonceras'. La 'zoncera', aclara el politólogo argentino, es una idea falsa «introducida en nuestra formación intelectual desde la más tierna infancia con la apariencia de un axioma».

Entre las 'zonceras' más frecuentadas, el mito de 1714 con la falsaria imagen de una Cataluña independiente. La realidad, subraya Gullo Omodeo, «es que el nacionalismo catalán no existía en 1714, por la sencilla razón de que a ningún catalán se le pasaba por la cabeza la idea de separar Cataluña de España, pues una cosa era demandar fueros y otra muy distinta reclamar la independencia».

Cuando los independentistas proclaman que el '12 d'Octubre, res a celebrar' equiparan la conquista de América con la presunta colonización de Cataluña: «En lugar de indios buenos y españoles malos, hay catalanes buenos y españoles malos». En 2009 Carod Rovira entregó un millón de euros al indigenismo ecuatoriano: aquella foto recibiendo una lanza del jefe indio shuar. El objetivo, denuncia Gullo Omodeo: «La difusión –y luego la hegemonía excluyente– de las lenguas indígenas y la extinción definitiva del español en numerosas regiones».

La Operación Hispanofobia la completa el pintoresco Institut Nova Història (INH) con su catalanización de la crónica española: de Colón a Bartolomé de las Casas, pasando por Cervantes o Teresa de Jesús. Jordi Bilbeny debe celebrar que uno de los suyos ocupe la vicepresidencia de la Generalitat que teledirige Puigdemont. Aunque al fugado promarroquí le mola más el gasolinero Canadell, que Jordi Puigneró controle políticas digitales e infraestructuras –antes «territorio» (del 3 por ciento)– no es moco de pavo.

Este mentor del pensamiento mágico vio la luz el 1997 al conocer a Bilbeny en Prada. Dos años después prologaba 'La gran mentira del Milenio', opúsculo del fundador del INH, sobre la catalanidad de Cristóbal Colón y la usurpación española del Descubrimiento: «Lo que ha descubierto Bilbeny es una bomba. Históricamente hablando, no existe otro descubrimiento que desmonte tantas teorías (falsas)… La Historia la hicieron los españoles..».

Puigneró completó el delirio con una conclusión: «Ya es hora de que comencemos a entender que aquella gesta náutica no podía ser, jamás de los jamases, llevada a término por una banda de golfos, que ni sabían adónde iban, ni con quién iban, ni quién los guiaba. Nosotros, los catalanes hemos descubierto América…».

Decir, en descargo de Puigneró (Sant Cugat, 1974), que al evacuar tales sandeces contaba 25 años. Lo grave es que, con 47, las reitere.

Como el planeta se le queda pequeño y la república catalana-no-existe-idiota, Puigneró pergeña su República Digital. En 'El 5º poder' (La Campana), que compara con 'Black Mirror' o 'Matrix', adorna la tontería con algoritmos: «Mi encargo no ha sido venir a hacer autonomismo 2.0», declara. A falta del medicamento anticovid de Mitjà&Clotet, Puigneró impulsa la NASA catalana y el nanosatélite Anxaneta. Recordemos a la portavoz Budó, rictus Arias Navarro, anunciando la ocurrencia.

Volvamos al Círculo del Liceo. Estamos ante un cambio de ciclo, observa Zarzalejos. La escasa participación en las catalanas (poco más del 53 por ciento) debería devolver a la realidad a un gobierno secesionista que solo representa al 25 por ciento del censo. Nuestra burguesía debe abandonar el timorato silencio que permitió a esa cuarta parte 'parecer' el todo.

Hojeamos 'Malicia en el país de la política' (Alfabeto), ingeniosas sentencias que antologa Valentí Puig. Por ejemplo, esta de Revel: «La utopía no está constreñida por ninguna obligación de resultados. Su única función es permitir a sus adeptos que condenen lo que existe en nombre de lo que no existe».

En eso sigue, de momento, el independentismo.

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