El Metro llega a La Marina

Tras largos años de obras, el suburbano cubre la Zona Franca y ya alcanza todos los barrios de Barcelona

Entrada del Metro en la estación de Foneria Inés Baucells

Anna Cabeza

Fiesta mayor en el barrio de La Marina de Barcelona. Tras décadas de reivindicaciones, este sábado se hace realidad la llegada del Metro a uno de los barrios más humildes de la ciudad, escondido tras la montaña de Montjuïc y que, a costa de los desengaños con la Línea 10 Sur, se ha acostumbrado a vivir con pésimas conexiones y sus calles patas arriba muchos más años de lo previsto. La puesta en marcha del servicio, de momento con solo dos de las cinco estaciones proyectadas –Foc Cisell y Foneria, ambas con acceso en el paseo de la Zona Franca– a partir de las 15 horas de este sábado, revolucionará a uno de los extremos de Barcelona .

«Ya era hora. Es de justicia que por fin llegue», relata a ABC Daniel Fernández, dinamizador de La Marina Viva, una asociación que fomenta el tejido vecinal y cultural en el barrio. La enorme ilusión por adentrarse en las nuevas estaciones y cambiar, para bien, las rutinas de movilidad de la zona no hacen que a los más de 30.000 residentes de La Marina del Port y La Marina del Prat Vermell se le olvide el calvario vivido hasta poder ver la ansiada inauguración de este sábado.

Calendario en mano, hay que remontarse a más de 40 años atrás para seguir la cronología de la nueva infraestructura: el primer proyecto que la contemplaba está fechado en 1971. La aprobación de la Línea 9/10 –que cruza la ciudad, comparte el tramo central y tiene los dos extremos bifurcados para llegar a más zonas del entorno metropolitano– se firmó en 1999, hace prácticamente 20 años. Y la ansiada tuneladora que tenía que abrir el camino para implantar raíles y túneles no empezó a trabajar hasta 2005.

Entonces, la esperanza de ver el fin de las obras se vio truncada cuando en 2011 se pararon los trabajos por cuestiones económicas. La Generalitat decidió priorizar el tramo de la línea que conectaba con el aeropuerto de El Prat . Ahora, hace dos años y tras un acuerdo con el Ayuntamiento de Barcelona (que aportó 40 millones de euros), se reactivó el proyecto. «Era una obligación con un barrio que se ha sentido discriminado y desconectado del resto de la ciudad», reconocía esta semana la alcaldesa Ada Colau, que inaugurará este mediodía la línea junto al presidente de la Generalitat, Quim Torra. Elpresidente del grupo municipal del PP, Alberto Fernández , criticó al Govern por hacerse este sábado la foto, y no haber asumido el coste de las obras.

La desconexión había obligado a los vecinos a vivir pendientes del transporte privado y del servicio municipal de autobuses , mucho más lento que el suburbano. «Los taxis tampoco son muy habituales en la zona y generalmente los trayectos nos salen caros, porque estamos en una punta de la ciudad. Además, por la noche solo teníamos el Nitbus. Ahora todo será mucho más fácil, más normal», explican a este periódico algunos de los nuevos usuarios de la línea.

Largas y molestas obras

«Las obras nos han traído muchos problemas, han sido eternas», recuerda Fernández. El hecho de que las estaciones se hayan emplazado en pleno paseo de la Zona Franca ha comportado que las afectaciones se hayan notado en el corazón del barrio: polvo, ruidos, máquinas y alteraciones en la calzada –cuando los trabajos estaban en marcha– y calzadas y aceras apedazadas y mal arregladas –mientras los interrumpieron– fueron el día a día, durante años y años.

A las puertas de este hito, los vecinos reflexionan, todavía con un sentimiento entremezclado de pena e indignación, como tuvieron que adaptarse a algo tan anormal como aguantar durante más de diez años que su calle principal estuviera patas arriba. Aún con parte de las zanjas del paseo ya cerradas, quedan muchas heridas abiertas en el barrio. Los vecinos se conforman con el tramo abierto, un gran paso, pero no están satisfechos con el proyecto inacabado, ya que hubieran querido ir y volver al centro de Barcelona con Metro y todavía no tendrán una conexión especialmente directa. De momento, podrán hacerlo yendo hasta La Torrassa (conexión con la L1) o Collblanc (L5) para hacer un trasbordo que los lleve al centro. «Es la parte negativa de esta inauguración, pero esperamos que en un año el trayecto se pueda hacer de manera más rápida», cuenta Fernández.

La L10 Sur, de hecho, tiene una longitud de 5,5 kilómetros, de los que 3,5 se comparten con la L9 Sur. Las estaciones de Collblanc (extremo de la línea y que ofrece conexión con la L5), Torrassa (con la L1) y Can Tries-Gornal son usadas por ambos ramales y a partir de ahí los raíles se desdoblan hacia el aeropuerto y desde hoy también hacia la ZAL (Zona de Actividades Logísticas) del Puerto, aunque paran en el paseo de la Zona Franca. Las vías y el túnel que se estrenan este sábado, de unos 2 kilómetros y por los que circularán trenes sin conductor, transcurre hasta Foneria y Foc Cisell, que funcionará provisionalmente como final de línea. Antes de las dos estaciones nuevas están proyectadas, y prácticamente acabadas, las de Ildefons Cerdà y Provençana, la primera de las cuales ofrecerá un trasbordo más directo con el centro de Barcelona gracias a su conexión con los Ferrocarrils con destino a plaza España. Para la puesta en marcha de estas dos paradas, los vecinos todavía tendrán que esperar un año más.

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