Los médicos de cabecera, desbordados: «La atención primaria ya estaba desgastada y ahora se está muriendo»

Las plantillas de los ambulatorios catalanes viven con agotamiento la quinta ola de la pandemia y siguen exigiendo un refuerzo de personal

Centro de atención primaria, en Barcelona EFE

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La quinta ola del Covid en Cataluña está golpeando duramente a la atención primaria , cuyos profesionales están asumiendo, una vez más, una carga de trabajo extraordinaria tras año y medio apurados por la pandemia. En esta ocasión, además, los centros de atención primaria (CAP) son la puerta de entrada de los casos, mayoritariamente asintomáticos. El boom de contagios ha hecho incluso que la Generalitat de Cataluña haya reorganizado las medidas operativas de los ambulatorios .

«Nosotros hemos estado en todas las olas de contagios , controlando asintomáticos, sintomáticos leves y usuarios crónicos», explica a ABC Lourdes Franco, secretaria del Sector Primaria ICS de Metges de Catalunya (MC). Ella habla directamente del sentimiento de «cansancio, agotamiento extremo y decepción» de las plantillas de la atención primaria, desde médicos a enfermeros y personal adminitrativo. La desazón, cuentan, es doble: por las administraciones que no mejoran sus condiciones de trabajo y, al mismo tiempo, por la parte de la ciudadanía que se está relajando demasiado con el virus.

El problema, sin embargo, no ha llegado con el Covid, corroboran todos los afectados. «La atención primaria ya estaba cansada y desgastada de antes: ahora se está muriendo », incide Meritxell Sánchez-Amat, presidenta de FOCAP (Foro Catalán de Atención Primaria), que remarca que hay un problema de personal pero también «de capacidad de decisión: nos podríamos organizar mucho mejor».

Los números corroboran la saturación: los médicos de cabecera comentan a ABC que pueden llegar a atender a 50 o 60 pacientes en un día, cuando deberían ser la mitad. El tercio de su jornada estipulada para docencia o investigación no se cumple. Y hay días, o semanas, en las que únicamente pueden ver urgencias y no dedicarse al resto de pacientes. Más ejemplos: esta misma semana, un CAP de Barcelona vio, solo de urgencias en un turno de mañana, a 50 personas, de las que ocho resultaron positivas. Esto implica activar protocolos, seguimientos de contactos, bajas laborales… « Todos podemos tener picos de trabajo. El problema es que está siendo continuado », sentencian los empleados de los CAPs.

Vacaciones no cubiertas

Las cifras confirman la carga de tareas, y más en una época en la que las plantillas tienen que hacer frente a las vacaciones de compañeros. «Las vacaciones no se cubren, y tampoco todos los refuerzos de verano en las zonas de costa» , añade Franco, que trabaja como médico de cabecera en Amposta (Tarragona). Así, por ejemplo, en las Tierras del Ebro los ambulatorios de L'Ampolla, Amposta, Deltebre, L'Ametlla de Mar y Sant Carles de la Ràpita tienen que tener equipos extra para afrontar los turistas y solo han cubierto una de estas plazas. El resto lo conforman profesionales de la zona que harán jornadas complementarias.

«Antes de la pandemia, las vacaciones ya eran complicadas. Ahora, todavía más », corrobora Pilar Juste, del sindicato de enfermería Satse Cataluña, que especifica que si cuesta encontrar sustitutos es porque muchos han ido al extranjero en busca de mejores condiciones. Además, muchos de los enfermeros de los CAPS se están desdoblando para estar en los puntos de vacunación: su participación es voluntaria, pero necesaria, y a la práctica está conllevando un mayor agotamiento entre las plantillas.

«Lo peor es que todo esto era previsible. La primera vez no, pero ahora ya sabíamos que pasaría, pero siempre acabamos yendo por detrás de lo que necesitamos », lamenta Franco. Y de este desbordamiento acaban pagando, también, los afectados por patologías crónicas, exponen los especialistas consultados por este periódico. Ponen ejemplos: un diabético que sin un buen control puede sufrir un infarto, un usuario con un fallo cardíaco que por una mala atención puede tener una insuficiencia más grave, un paciente que acaba ingresado con un edema agudo de pulmón por no haber sido controlada antes su descompensación, una arritmia no detectada que acaba en una embolia…

El Covid, así, roba mucho tiempo a los CAPs. Cribado inicial, pruebas, tratamientos, gestión de las bajas laborales, seguimientos de contactos o llamadas para que los no vacunados acudan a por sus dosis llenan la jornada laboral de los profesionales de estos centros. Además del agotamiento mental, los facultativos están arrastrando enfermedades derivadas de la sobrecarga de trabajo: entre las plantillas, hay cada vez más compañeros que tienen que coger la baja por tendinitis, colitis o estrés crónico.

Luego está la relación con los pacientes, a los que todavía les cuesta entender el funcionamiento de los CAP en la situación actual. Sus profesionales lamentan la descoordinación entre diferentes estamentos: « Los usuarios van como peonzas , llamando al 061 o al CAP, haciendo e-consulta o yendo físicamente al ambulatorio para obtener ayuda y respuestas. Es lógico que se quejen por la atención», añade Franco. Sánchez-Amat coincide con que la vigilancia epidemiológica no está funcionando «y al final la gente nos acaba llamando a nosotros: siempre somos la primera puerta a la que llaman».

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