Santi Rodríguez - Tribuna Abierta

¿Diálogo y negociación?

No olvidemos que para los separatistas no hay un problema de reparto de competencias, sencillamente, las quieren todas

Después de la formación del nuevo Gobierno de España, no falta quien cree que el problema generado por los secesionistas catalanes se puede resolver mediante el diálogo y una negociación que lleve a un nuevo marco institucional y de financiación; y es posible que ese sea el camino, pero es imprescindible apuntar algunos elementos que debemos considerar.

No olvidemos que para los separatistas no hay un problema de reparto de competencias, sencillamente, las quieren todas; tampoco hay un problema de financiación ni de recursos económicos, los quieren todos; y tampoco es un problema de relación política entre Cataluña y el resto de España, porque no quieren ninguna relación política. Es que esa es precisamente la definición de separatista.

Así, el principal problema está en que una parte de los catalanes quieren imponer a la otra su visión reduccionista de Catalunya, pero no solo a los catalanes, también a los españoles y de paso, a los europeos.

No está de más recordar que esta misma semana en el Parlament, el nuevo President de la Generalitat ha explicitado cuáles son los temas que quiere dialogar con el nuevo Gobierno de España: la situación de los políticos presos y fugados, y la autodeterminación de Catalunya para dar cumplimiento al mandato del presunto referéndum del 1-O. Nada nuevo en el horizonte, por esto ha fracasado hasta hoy la oferta de diálogo de los gobiernos de Rajoy.

Para abordar la resolución del conflicto generado es imprescindible un compromiso de lealtad, en primer lugar con el conjunto de la sociedad catalana a la que se ha mentido reiteradamente desde el inicio del proceso independentista, pero sobretodo lealtad con una cosa tan elemental como el Estado de Derecho, la legalidad, incluso con la propia legalidad catalana que también se ha visto vulnerada. No se trata de que nadie renuncie a sus objetivos políticos, se trata de que todos nos comprometamos con la ley.

Solo si se cumple esta premisa, se puede abordar desde el diálogo y la negociación como nos organizamos, pero no para satisfacer a los políticos, sino para satisfacer la sociedad a la que servimos.

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