Cinco de cada diez alumnos de grado y casi seis de los que cursan un máster son de clase alta

E. ARMORA

15/05/2019
Actualizado a las 13:46h.

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Los alumnos de clase social alta siguen siendo mayoritarios en la universidad. La distribución de los estratos sociales que hay en la sociedad no se reproduce en la enseñanza superior, que sigue aún lejos de la equidad. Así lo apuntan los resultados del estudio «Via Universitaria (2017-2019). Ser estudiante universitario hoy», realizado por la Red Vives de Universidades , que agrupa a 25 universidades de Cataluña, Valencia, Baleares, Andorra y Perpiñán (Francia) a partir de las encuestas realizadas a 41.232 estudiantes de estos territorios.

Según el informe, cinco de cada diez estudiantes de grado (un 55 por ciento) y casi seis de los que cursan un máster (un 58 por ciento) pertenecen a clases sociales altas, resultado que aleja, según los autores del estudio, a la universidad de la perseguida equidad, ya que «constata que las clases sociales no se distribuyen de igual manera en la sociedad y en los campus ».

«El retrato sociológico que ofrece no se corresponde con la realidad», puesto que los hijos de progenitores con un nivel formativo bajo «solo representan el 22 por ciento» en la universidad, mientras que en «la sociedad la población adulta con nivel formativo bajo supone el 40 por ciento».

La macroencuesta, que se llevó a cabo durante el año 2018, preguntó a los estudiantes por el nivel de estudios de los padres y sus empleos, qué ha motivado la elección de carreras, cómo las pagan y cómo valoran su experiencia universitaria, cuáles son sus expectativas de futuro, si hay desigualdad entre géneros y su valoración de las metodologías docentes.

Otra conclusión del informe, presentado en Barcelona, es que el apoyo familiar sigue siendo el principal factor para poder estudiar en la universidad . En este sentido, las encuestas revelan que un 60 por ciento de los estudiantes encuestados vive en casa de sus padres y éstos les financian los estudios.

Los progenitores siguen siendo, así, los principales financiadores de los gastos de los estudios tanto en el caso de los alumnos de grados (58 por ciento) como en los de máster (43 por ciento). El peso de la economía familiar en la financiación de los estudios varia en función de la clase social . Así, los estudiantes de hogares de clase social alta pueden confiar más en su familia para sugragar el coste de los estudios, mientras que los alumnos de familias con menos posibilidades económicas recurren a fuentes alternativas

Según el informe, el porcentaje de estudiantes que financia la universidad con ingresos procedentes un trabajo o un préstamo «no llega al 20 por ciento». Asismismo, pese a que la segunda fuente de ingresos en importancia para los universitarios son las becas, seis de cada diez estudiantes no recibe ninguna.

Esta situación dificulta la emancipación de los universitarios en España, cuyos índices se corresponden con el de los que viven en Albania y Croacia (51 por ciento), Georgia (65 por ciento) e Italia (69 por ciento), según los resultados del barómetro Eurostudent 2018, informa Efe. El mismo indicador sitúa en el extremo opuesto a los estudiantes de Finlandia, donde sólo el cuatro por ciento viven vcon sus padres, Dinamarca (ocho por ciento) y Noruega (nueve por ciento).

La consolidación del máster como continuidad directa de los estudios de grado también provoca un retraso en la emancipación de los universitarios, ya que cuatro de cada 10 estudiantes sigue viviendo en el hogar familiar.

Otro factor de inequidad señalado por el estudio es la movilidad internacional, puesto que sólo el ocho por ciento de los alumnos cursa estudios en el extranjero durante su trayectoria universitaria. Se trata de estudiantes de clase alta, a quienes sufragan los estudios en el extranjero sus padres.

De hecho, nueve de cada diez estudiantes señala las dificultades económicas como una «barrera muy o bastante importante para cursar estudios en el extranjero».

En cuanto al género, a pesar de que las mujeres son mayoría en la universidad (62 por ciento), su presencia es aún minoritaria en Ingenierías (32 por ciento) y Titulaciones Mixtas (44,6 por ciento), revela el análisis. Asimismo, las estudiantes dedican más horas al estudio que los chicos y se esfuerzan más en responder a las exigencias académicas, especialmente en carreras masculinizadas, donde son minoría, destaca la investigación.

A la luz de los resultados de la encuesta, Antonio Ariño ha cuestionado la «eficacia y la equidad» del Espacio Europeo de Educación Superior porque «no va acompañado de una buena política de becas», informa Efe.

Para paliar las diferencias entre alumnado y potenciar la equidad en el acceso a los estudios universitarios, la Red Vives propone mejorar las becas y rebajar las tasas universitarias. Otras propuestas son: flexibilizar el régimen de permanencia y el ritmo para favorecer que los alumnos puedan conciliar sus estudios con las responsabiliades familiares. Más de la mitad de los estudiantes de grado (un 51,7 por ciento) compaginan trabajo y estudios, si bien el porcentage de este grupo se ha reducido un siete por ciento desde 2016.

Para Ariño, una medida imprescindible sería un buen sistema de ayudas y becas-salario a la altura de las necesidades familiares, porque permitirían la autonomía de los jóvenes y que no todo el esfuerzo económico recayese en las familias y para ello ha demandado que la universidad «facilite regímenes de progresión y flexibilidad de trayectorias».

También mejoraría la equidad social en la universidad facilitar el acceso de estudiantes de más edad, de clase social baja, de los que son hijos de extranjeros y de los estudiantes que llegan de los ciclos formativos, según los autores.

En este sentido, el estudio revela que sólo uno de cada diez alumnos accede a la universidad por vías como la Formación Profesional , ya que el 82 por cientro de los estudiantes siguen haciéndolo con la selectividad.

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