El dibujante Miguelanxo, durante la inaguración de la muestra
El dibujante Miguelanxo, durante la inaguración de la muestra - FOTOS: F. HERAS
Cultura

Vida y obra de Cervantes se cruzan en la casa que habitó en Valladolid

Miguelanxo Prado y David Rubín proponen a través de la ilustración y el cómic un juego entre la vida real del autor de Alcalá de Henares y su obra «El retablo de las maravillas»

Valladolid Actualizado: Guardar
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«Fue sorprendente darme cuenta de lo mucho que ignoraba de Miguel de Cervantes. No sólo de él como gran figura de las letras españolas, sino de su biografía y de su entorno», ha asegurado el Premio Nacional del Comic, Miguelanxo Prado, quien hace un par de años recibió el encargo de Acción Cultural Española y el Instituto Cervantes, de embarcarse junto al historietista David Rubín, en el proyecto «Miguel EN Cervantes. El retablo de las maravillas», una exposición que en clave de ilustración y cómic establece un juego de paralelismos entre uno de los entremeses del autor de Alcalá de Henares, «El retablo de las maravillas», y su propia vida.

Confiesa Miguelanxo que cuando le sugirieron el encargo que ahora desembarca en el Museo Casa de Cervantes de Valladolid le cayó como una «auténtica losa», ya que temía cómo pudiera sentar entre los entendidos su modo de acercarse a «nuestro Dios de la literatura».

Superadas las primeras reticencias, planteó a las comisarias, Leticia G. Vilamea y Nati Rodríguez (de la empresa i con i), «una aproximación a Cervantes con cierto toque humorístico». Se puede ver en una de sus primeras ilustraciones, en la que don Miguel aparece retratado con cara de «pocos amigos» junto a varios animales de granja, recordando el drástico cambio que supuso para él trasladarse desde Madrid a una hacienda de un pueblo de Toledo tras casarse con Catalina de Salazar. En opinión del ilustrador, ese tono de humor les «permite enlazar con el espíritu burlesco y cargado de ironía de la propia pieza teatral 'El retablo de las maravillas'»

La historia de «un fracaso vital»

Este juego entre las experiencias vitales de Cervantes y una obra en la que el autor, a juicio de la comisaria, realiza una «crítica mordaz» de la época en la que le tocó vivir, se extiende a lo largo de toda la muestra gracias también al diseño expositivo que enfrenta las bellas ilustraciones del dibujante gallego colgadas en las paredes con las viñetas de tonos saturados y personajes hiperbólicos de David Rubín, colacadas como si estuviesen dispuestas en una mesa de dibujo. Así, en una segunda parte, Miguelanxo se fija en el Cervantes escritor desde todas sus facetas, haciendo hincapié en el teatro, el género que más gustó cultivar al autor. «Es tremendo que uno de nuestros referentes históricos es, en realidad, la historia de un fracaso vital», ha señalado durante la inauguración, recordando que pese a su «empecinamiento» por escribir toda su vida, sobrevivió «haciendo de todo» -además de su más conocida faceta de recaudador de impuestos, ejerció de espía y horneó bizcochos para la Armada-: «Su vida parece totalmente un guión, pero no de una película, sino de una serie de televisión, dada la cantidad de avatares que padeció», relató Miguelanxo Prado. La muestra concluye con la faceta más aventurera de Cervantes y su «alter ego», donde se recuerdan espisodios como su participación en la batalla de Lepanto.

La muestra «es una especie de proyecto de muñecas rusas, donde dentro de la ficción se habla de otra ficción», señaló la directora de la Casa Museo Cervantes, María Bolaños. Por su parte, la directora de Acción Cultural Española, Elvira Marco, destacó que en ella se ha traducido a un lenguaje atractivo y muy cercano «el singular universo de Cervantes, del que seguimos aprendiendo».

La muestar permanecerá abierta hasta el 31 de julio
La muestar permanecerá abierta hasta el 31 de julio

Por último, el ilustrador de Orense mostró su satisfacción con el resultado de la muestra, que no descubrió hasta el pasado mes de octubre durante su inauguración en Alcalá de Henares: «Hasta ese día ninguno de los dos -refiriéndose a David Rubí, ausente este martes en Valladolid- teníamos claro cómo iba a funcionar, pero al ver la exposición nos sorprendió el intenso diálogo que se creaba entre nuestro trabajo, y cómo se relacionaban de forma armónica los dos soportes utilizados».

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