La sequía condiciona una campaña de incendios que no se espera «halagüeña»

Enero fue muy cálido; febrero, extremadamente seco; en marzo se impuso la normalidad en parámetros de humedad y temperatura, e incluso abril fue ligeramente más frío de lo habitual, pero entonces llegó un mayo extremadamente cálido al que ha seguido un mes de junio en el que se baraja que se rompan récords en el termómetro. «Un complot meteorológico» sostenido que hace que Castilla y León se enfrente a una campaña de incendios en la que las perspectivas no son buenas. El estío «no se presiente halagüeño», reconoció ayer el consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, Juan Carlos Suárez Quiñones , en la presentación del operativo que combatirá estos fuegos forestales.

Así, en años carentes de lluvias como el actual el punto de partida enciende la alerta toda vez que la sequía hace que los incendios sean «rápidos». Es el escenario que ya ha imperado desde enero. Y es que salvo en abril, en todos los meses se ha tenido que elevar el riesgo de bajo a medio, una categoría que permite activar más recursos de extinción y que se reserva fuera del verano para cuando las condiciones técnicas lo requieren. «Probablemente» este 2022 sea uno de los ejercicios a los que más se ha tenido que recurrir. Actualmente está activo.

Sin perder la vista de la alerta que la situación requiere, Suárez-Quiñones quiso ayer, no obstante, poner de relieve que en la última década, en la que no han faltado otros episodios de sequía, los incendios forestales se han reducido un 19 por ciento respecto a los diez años anteriores y, de hecho, en este «complicado» 2022 «vamos relativamente bien», con un número de fuegos que se mantienen en torno a la media y un descenso del volumen de superficie quemada en el primer semestre. Una tendencia que el consejero atribuyó a una «mejora permanente y un operativo que se amplía cada año, con más medios técnicos y humanos».

En concreto, el operativo estival, que estará al cien por cien cuando empiece la campaña de riesgo alto el próximo 1 de julio, estará compuesto por 4.540 profesionales -con nuevas cuadrillas nocturnas y refuerzos en los puestos de mando- y 806 medios materiales: 223 puestos y cámaras de vigilancia, 313 autobombas -en cinco años se ha renovado un tercio del parque- y vehículos pick-up, 204 cuadrillas terrestres y helitransportadas y 33 retenes de maquinaria y bulldózer y 33 medios aéreos -tras incorporar un helicóptero y un avión de carga de 3.000 litros-, a los que se suman otros diez dependientes del Estado «estacionados» en la Comunidad. Un operativo que en el año 2022 cuenta con el refuerzo de la tecnología inexistente décadas atrás como son los sistemas de videovigilancia o las cámaras en aeronaves que proporcionan imágenes de 360 grados en tiempo real, así como un nuevo sistema de predicción meteorológica.

Pero más allá de medios, el consejero destacó que la mejor arma contra los incendios es la concienciación de la ciudadanía , ya que sólo un siete por ciento de los mismos son por causas naturales y buena parte responden a la intencionalidad de los fuegos, más común al oeste de la comunidad, donde hasta la mitad son deliberados. Un contexto en el que el consejero pide «sólo aplicar sentido común. Las condiciones meteorológicas no las podemos cambiar, pero sí el comportamiento humano».

A los fuegos intencionados se suma también un elevado indice de imprudencias. Así, instó a que en días de altas temperaturas y poca humedad se eviten hogueras, que están prohibidas, y se extreme la precaución en apicultura en momentos de vientos o con el uso herramientas que conlleven chispas, así como maquinaria durante las cosechas. «La ecuación 30-30-30» -relativa a kilómetros por hora de viento, porcentaje de humedad y grados de temperatura- es un «cóctel que aviva cualquier incendio», concluyó.