Religión

«Las redes sociales pueden ayudar a que surjan vocaciones»

La monja bloguera Rosa Ana Izquierdo defiende en el Foro de la Cultura celebrado en Burgos que «la tecnología no está reñida con la humanidad ni la religiosidad»

La monja bloguera Rosa Ana Izquierdo, durante su intervención en el Foro de la Cultura, en Burgos R. ORDÓÑEZ

PEDRO SEDANO

Rosa Ana Izquierdo es monja en la Comunidad Cisterciense de San Bernardo, en la capital burgalesa. Licenciada en Teología Espiritual por la Facultad de Teología del Norte de España, también es maestra de novicias y hospedera. Es la tutora del noviciado femenino de la Orden y de la Congregación y vocal del secretariado de Formación de la Orden. Además, dirige «Encuentros Monásticos» y el blog de la comunidad, formada por nueve religiosas entre las que, en este momento, no hay ninguna novicia ni postulante. Junto a un escritor de novelas, Óscar Esquivias, y el explorador Erling Kagge, ha ayudado a los asistentes al III Foro de la Cultura, que se celebra hasta hoy en burgos, sobre el «Elogio del silencio», en relación con las nuevas tecnologías.

Rosa Ana Izquierdo acude al Foro de la Cultura con su hábito de religiosa y concita las miradas de muchos de los asistentes. No es demasiado frecuente ver a monjas relacionadas con el uso de las nuevas tecnologías de comunicación.

-¿Cómo casa la vida espiritual en una orden contemplativa con el uso de internet?

-Claro que llama la atención ver a una religiosa utilizando internet, pero también es una forma de dar a conocer algo, una oportunidad de que nos conozcan. No es incompatible que una monja utilice los medios de comunicación, como internet, sino una oportunidad que nos brinda hoy la sociedad para dar a conocer la comunidad.

«Que una novicia no entre en internet no hace que esté más volcada en su interior»

Las redes sociales son un medio para conocer a las comunidades y pueden ayudar a que surjan vocaciones. Ya se han dado casos de personas que no conocían esta realidad y por medio de una hospedería o una página web entran a un monasterio, le visitan y sienten la llamada de vivir como nosotras.

-Quizás es un concepto trasnochado, pero solemos asociar la vida religiosa con personas apartadas «del mundanal ruido». ¿Está bien visto por las comunidades religiosas o hay cierta reticencia al uso de tecnologías de comunicación o redes sociales? Porque no están exentas de riesgos.

-Hay comunidades que permiten más usar internet y otras no tanto, pero yo creo que ayuda a que conozcan nuestra realidad y puede ayudar a las novicias, porque en los conventos y monasterios estás fuera del mundo, pero al mismo tiempo en contacto. Que una novicia no entre en internet no hace que esté más volcada en su interior. Es evidente que ese uso conlleva riesgos, pero los límites los pone uno mismo y es uno mismo el que debe protegerse. Cuando entras en internet estás expuesto a todo, pero cada uno tiene que discernir hasta dónde puede llegar y eso depende de la discreción personal.

-¿Ha seguido las ponencias y debates del III Foro de la Cultura?

-No todo lo que me gustaría porque acaba de fallecer una hermana de la comunidad y no he podido estar más en contacto directo. Sin embargo, ya he visto que en la primera jornada se dijo que la tecnología no está reñida con la humanidad ni la religiosidad y estoy completamente de acuerdo.

-¿Cuál es el uso que hacen de internet y las nuevas tecnologías en su comunidad?

-Actualmente tenemos una página web que estamos a punto de renovar. Además, varias hermanas tenemos correo electrónico y teléfono móvil. También tenemos un blog y una página en Facebook. Realmente el blog tiene muchas entradas en algunas noticias de nuestra actividad cotidiana. Este verano, por ejemplo, hicimos un taller de silencio y la comunidad realizó un vídeo en el que participaban jóvenes de 16 y 17 años. Está en YouTube y es muy visitado.

-¿Pero no es contradictorio el silencio con el ruido de internet?

-Hoy estamos en la cultura de la actividad y la alternativa es la cultura del silencio, pero eso solo se puede hacer entrando en el corazón y en el interior de uno mismo. Solo se puede estar en silencio si están en silencio mi mente y mi corazón y ésa es la clave de la vida monástica. No importa tanto el bullicio externo que haya.

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