Parcela sembrada de colza
Parcela sembrada de colza - ABC
Economía

El precio y el uso para biocombustibles casi triplican el cultivo de colza en 5 años

Esta campaña se han superado las 28.300 hectáreas cuando en 2011 no llegaban a las 12.000

Valladolid Actualizado: Guardar
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Su vivo e inconfundible color amarillo ya se ha ido apagando, alcanzando su punto de maduración de cara a una cosecha de la colza que ya está aquí y se prevé «muy buena», aunque con diferencias según la zona, marcadas sobre todo por las lluvias -o más bien la escasez o casi inexistencia- del otoño, claves para el desarrollo de la planta. Sus llamativas flores han dejado paso a los frutos de un cultivo que en los últimos años ha ido extendiendo de forma considerable su llamativo manto por Castilla y León.

Durante años en cierto modo ha estado denostado tras la tragedia que supuso la intoxicación masiva del conocido como síndrome del aceite tóxico (también llamado síndrome tóxico o enfermedad de la colza ) que en la primavera de 1981 afectó a más de 20.000 personas en España, se llevó por delante la vida de unas 1.100 y otras aún sufren sus secuelas por la ingesta de aceite de colza desnaturalizado.

Pero en los últimos tiempos, el cultivo de este herbáceo destinado especialmente a la producción de biodiesel y el pienso, sin olvidar el importante mercado de la exportación, gana terreno de forma notable.

En la Comunidad, los datos de la evolución la colza demuestran su «tirón» entre los trabajadores del campo. Según las cifras de la Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta, esta campaña se han superado las 28.300 hectáreas destinadas a esta oleaginosa, algo menos que en 2015, cuando experimentó un importante despunte, dejando escasas las 16.347 hectáreas que «se pintaron» de amarillo en 2014. Desde ese año, son casi 12.000 más las que los agricultores han decidido sembrar de colza. Y si se echa la vista más atrás, el crecimiento es aún más notable. Por más de dos se ha multiplicado el espacio ocupado por la colza en las tierras de Castilla y León respecto a 2011, cuando no se llegaba a las 12.000. En números absolutos, cerca de 16.400 hectáreas más en cinco años, un 137 por ciento a mayores. Aún así, están lejos de los cereales, los «reyes» del campo castellano y leonés, con más de 1,98 millones de hectáreas.

También en el conjunto de España, ha ido sumando paulatinamente hectáreas, superándose las 68.400 hectáreas sembradas en 2015 para esta campaña, lo que supone que más del 40 por ciento de la superficie de colza está en Castilla y León. La Comunidad es, en general, la principal productora de oleaginosas. El 34% de las cerca de 809.000 sembradas esta campaña están en la región, según los datos del Ministerio de Agricultura , seguida de cerca por Andalucía (33), aunque a distancia de la tercera: Castilla-La Mancha (23%).

Incluir una opción más en la necesaria rotación de cultivos es uno de los motivos que lleva a los agricultores a adentrarse en una siembra que cada año gana más adeptos. Sin olvidar la rentabilidad y la obligación de la PAC (Política Agraria Común) de diversificar las siembras. Detrás, sobre todo, también la creciente demanda de este cultivo incluido entre los denominados industriales (junto con la remolacha azucarera, el girasol, la soja y el tabaco).

Satisfacción a medias

«Los precios son bastante más interesantes», destaca Francisco Sánchez, ingeniero del Servicio Agronómico de Acor, la cooperativa inicialmente vinculada al mundo de la remolacha y el azúcar que desde 2006 optó por la diversificación y también se ha adentrado en la colza. A unos 300 euros por tonelada -«y ha llegado a los 400»-, son precios «rentables», subraya, más si se comparan con los cereales -el trigo y la cebada se pagaron el año pasado, de media, a unos 170 euros la tonelada-. ¿Su producción? Entre 1.800 y 2.000 kilos por hectárea de secano y los 4.000, con casos excepcionales de hasta 5.000, en las zonas de regadío. Cantidades en aumento «con la mejora del conocimiento y de las variedades» de colza, señala Sánchez, quien reconoce que «cada vez hay más interesados» en un cultivo que «inicialmente nos costó introducir» y con un ciclo más largo, pues se siembra a principios de otoño y se cosecha al comienzo del verano.

Su valoración tras diez años es «positiva, pero esperábamos más», reconocen desde Acor, donde lamentan que en España no se haya apostado fuerte por la colza, años atrás «con mucha proyección», para la producción de biocombustibles, que se fabrican, sobre todo, con aceite usado y de palma. «No se ha desarrollado el mercado interior de la colza», advierten. De hecho, casi toda la producción se exporta a Portugal y Francia, un destino en el que tiene mucho más tirón e incluso para uso alimentario es el principal aceite, por encima del de girasol.

Y es que aunque en España no está tan implantada, la Unión Europea es el primer productor de colza -sobre todo para alimentación animal y con Francia y Alemania como principales cultivadores, con más de la mitad del total comunitario-, con más del 30 por ciento del global mundial, seguida por Canadá y China. También en Estados Unidos, Australia e India es importante. En este último país, ocupa el 13% del suelo cultivable.

A tierras galas va la producción de colza de Juan Tejedor, un agricultor segoviano que el año pasado probó por primera vez. Pese a que no fue una buena cosecha, éste lo ha vuelto a intentar y se muestra satisfecho y esperanzado con los resultados de esta nueva variedad introducida a sus tierras, confiado en una «buena» cosecha.

La rentabilidad es uno de los motivos por los que el vallisoletano Ramón cultiva la colza, que le permite, además, mayor rotación en las siembras y valora que entre «lo bueno» que aporta es su precio más o menos estable.

Este año, la cosecha se prevé «buena», aunque sin cifras exactas y condicionada según las zonas en función de si las necesarias lluvias tan escasas en otoño acompañaron la siembra y primeros compases de vida de la colza. Eso sí, se espera superar las 59.300 toneladas que dejó la anterior campaña.

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