Los pasos de Delibes, «con la escopeta al hombro»
Seis rutas invitan a viajar a sus jornadas dominicales de la mano de las páginas de los libros en los que plasmó su amor por la caza
«Domingo tras domingo, en otoño y en invierno, el cazador sale al campo en pos de las perdices, unos días con suerte y otros sin ella, pero, en todo caso, las perdices disminuyen en la percha y en el campo, con lo que no descarto que estas páginas, al correr de los años - tampoco demasiados - puedan ser la constatación de un proceso devastador en virtud del cual , Castilla se fue despoblando de pájaros, como siglos atrás se despobló de bosques. El tiempo hablará y no tardando. De momento, aquí queda, como un documento fehaciente y nostálgico, este diario puntual donde he ido consignando pacientemente, a lo largo de cuatro años, mis inefables aventuras dominicales ». Así lo plasmó Miguel Delibes en «Las perdices del domingo», uno de los múltiples trabajos en los que el escritor dejó constancia de su pasión por la caza. Su Valladolid natal brinda la oportunidad de zambullirse en sus jornadas en cotos, laderas, montes y páramos en busca de una presa apropiada a través de seis rutas que siguen los pasos de sus obras literarias en las que la actividad cinegética ocupó un lugar especial. Las distintas etapas se nutren del mundo rural que tanto amaba y de los paisajes, paisanos, animales, plantas o costumbres del campo que trasladó a sus textos.
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Las perdices del domingo
«Las perdices del domingo» (1981) es un libro de caza, autobiográfico, en las que narró sus cazatas dominicales entre agosto del 74 y febrero del 78: su peor apertura de temporada y, a la vez, el mejor cazadero que había conocido nunca y la práctica de otros tipos de caza, como la del pato en laguna o las avutardas.
La ruta discurre por cinco pueblos por la provincia de Valladolid: Olmedo, Tordesillas, Villanueva de Duero, Villanubla y Villafuerte de Esgueva, en los que volvió a descubrir la naturaleza, comió con los amigos, vio ampliada la cuadrilla con algún hijo cazador, obtuvo perchas exiguas y disfrutó del campo. Una ruta muy castellana.
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Diario de un cazador
En 1955 publicó «Diario de un cazador», en el que nace uno de sus alter ego más conocidos . Por este trabajo recibió el Premio Nacional de Literatura. Siguiendo a Lorenzo, el protagonista, y sus escapadas dominicales al campo se pueden conocer enclaves como San Miguel del Pino, Villanueva de Duero, Valladolid capital, La Mudarra, Villavaquerín y Quintanilla de Onésimo, que en los años cincuenta conocía muy bien Delibes, cuando aún no le había llegado la hora de cazar mucho más allá de los límites provinciales.
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Mi vida al aire libre
A finales de los ochenta, se publica «Mi vida al aire libre» en el que el escritor viaja en el tiempo a sus primeros años de vida para remontarse a sus primeras experiencia, pero también de sus paseos en bici, del tren burra o de la pesca de cangrejos. «Mi padre, pese a pertenecer a la misma generación, tenía un concepto más moderno sobre el particular: la naturaleza era la vida y era preciso conservarla y disfrutarla . Él salía al campo en todas las estaciones del año», recogía en la páginas de este trabajo.
Y, en esta línea, la ruta invita a conocer el medio natural, pero también en rural y el agrícola a través del que es el recorrido más variado de los seis. Se adentra en Medina de Rioseco, La Mudarra, Villanubla, Zaratán, Valladolid capital, Simancas, Puente Duero, Viana de Cega, Boecillo, Sardón de Duero, Quintanilla de Onésimo, Esguevillas de Esqueva, Villavaquerín y Renedo.
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El último coto
En los noventa salió a la luz «El último coto», título que argumentaba en que «la perdiz silvestre está cada día más recia y, por el contrario, el que suscribe, dentro ya del tobogán, va para abajo y ni sus reflejos, ni sus piernas, ni sus bofes, son los de ayer..». Los páramos y laderas que se nombran son los últimos que pisó en busca de animales de pelo y pluma .
Fue su último libro de caza. Su último coto: El Bibre, entre los términos municipales de Bercero, San Salvador de Hornija, Vega de Valdetronco, Marzales y Gallegos de Hornija, todos en la provincia de Valladolid. La ruta añade otras paradas en Villafuerte, Renedo de Esgueva, Boecillo, Mojados, San Miguel del Pino, Tordesillas, Bercero, Villalar de los Comuneros, Adalia, La Santa Espina, Castromonte, Tordehumos, Villabrágima y Medina de Rioseco.
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Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo
En 1977 Miguel Delibes publicó «Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo», el resultado de trasladar las anotaciones de sus cuadernos de caza a este diario cinegético que reunió sus salidas al campo en pos de las perdices de Quintanilla y Boecillo , los faisanes de Peñafiel o los raposos de Olmedo entre los años 1971 y 1974. La ruta que discurre desde Olmedo a Peñafiel y, bordeando el Esgueva y el Duero, hasta llegar a Castromonte, cerca de Medina de Rioseco.
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Con la escopeta al hombro
Escribir sobre asuntos de caza era para Delibes «en cierto modo, una liberación de los condicionamientos que rigen el resto de mi actividad literaria. Si cazando me siento libre, escribiendo sobre caza reproduzco fielmente aquella placentera sensación », reconoció el autor en las páginas de «Con la escopeta al hombro» en 1970.
La patirroja, las gangas, agachadizas, gazapos, codornices y otros animales de la Valladolid cerealista y de pinares son los protagonistas de este trabajo en el que aprovechó para contar muchas de sus aventuras cinegéticas. La ruta, prácticamente en línea recta, une en el mapa Pedrosa del Rey, Villaesteres, Serrada, San Miguel del Pino, Villamarciel, Villanueva de Duero, Boecillo, Quintanilla de Onésimo, Villafuerte y Villavaquerín.
