Ignacio Miranda - Por mi vereda

Nadie reivindica a Tierno

«Le sugirieron que descolgara de su despacho una cruz, pero se negó. «La imagen de un hombre justo ejecutado por los poderosos no hace daño a nadie. Es más que un símbolo cristiano: representa la paz»

Desde su presunto nacimiento en Soria, que no fue tal porque ocurrió en Madrid, hasta su pomposo entierro con un tiro de caballos negros por las calles de la capital, como el sepelio del Espartero, la biografía de Tierno Galván oscila entre el mito y la realidad. César Alonso de los Ríos demostró que el ensayista se desenvolvía divinamente en el relato fantasioso y fake. No procedía de una familia de labriegos, sino de militares. Tampoco participó en el Socorro Rojo. Difícilmente pudo tratar de cerca con Besteiro o acompañar a Hemingway, y resulta imposible hallar rastro de su estancia en un campo de concentración durante la posguerra.

Pero vamos a la cuestión. Cuando accedió a la alcaldía en 1979 con el apoyo del PCE, a pesar de ser UCD la lista más votada, el agnóstico don Enrique mandó colocar un crucifijo en la mesa donde prometió el cargo. Después, le sugirieron que descolgara de su despacho una cruz, pero se negó. «La imagen de un hombre justo ejecutado por los poderosos no hace daño a nadie. Es más que un símbolo cristiano: representa la paz», argumentó. Pedirle a la rancia, revanchista y ridícula izquierda actual un gesto de grandeza similar es demasiado. Porque el viejo profesor, con el rigor intelectual de quien fuera catedrático de Derecho Político a los treinta años, hizo suyos los principios de la transición: el respeto y la reconciliación entre españoles.

Esta semana, la Asociación de Abogados Cristianos ha entregado al Ayuntamiento de Valladolid cerca de 13.000 firmas contra la propuesta laicista aprobada en pleno, encaminada a retirar símbolos religiosos en la ciudad, salvo que sean bien patrimonial. Seguimos sin aprender la lección. Persiste el cansino empeño de remover nuestra convivencia democrática por parte de grupos hipersensibles ante la libertad religiosa, sobre todo la cristiana. ¿Dónde queda aquel talante del alcalde de la movida? ¿Nadie lo va a reivindicar?

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