El militar que retrató Tiziano

Mucho antes de que Piedrahíta alcanzara celebridad por ser uno de los mejores lugares del mundo para realizar papapente, ya la tenía por ser la cuna de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel , tercer duque de Alba y uno de los grandes generales de la Europa del siglo XVI. Un hombre de armas de sagaz inteligencia como estratega, un valeroso soldado que anteponía todo -incluida la victoria- al buen trato y la seguridad de sus efectivos, un brillante militar que hablaba latín, alemán, inglés y francés, entregando su genio al servicio de Carlos I y de Felipe II , del imperio cristiano que forjaba España.

Esta semana, Carlos Fitz-James Stuart , actual titular del ducado, ha pasado por Ávila para confirmar la estrecha relación de su antecesor con estas tierras por donde discurre tímido el río Corneja y nidos de cigüeña festonean la cubierta de su iglesia parroquial. Porque parece de justicia histórica recordar al gran duque de Alba, retratado enjuto y altivo por Tiziano, ahora que en una Bélgica acogedora de prófugos golpistas vuelven a recurrir a su leyenda negra de tipo severísimo con el enemigo en el gobierno de Flandes.

Amigo de Garcilaso de la Vega, el Tercio segundo de la Legión y una institución cultural de la Diputación abulense perpetúan su memoria. Desde su primera acción militar frente a los franceses en la toma de Fuenterrabía hasta la postrera entrada triunfal en Lisboa, su biografía resulta apabullante: Mühlberg, Metz, Provenza, Gante, Viena, Nápoles o en Túnez frente a Barbarroja . Comandó nuestros bravos tercios de infantería entre picas, arcabuces y mosquetes, con verdadero espíritu de líder. Supo insuflar fuerza cuando los ánimos decaían y se cobraba tarde. Practicó con acierto la escaramuza nocturna para sorprender al oponente. En su descanso eterno de guerrero ilustrado, ajeno al cupo vasco, sigue entre nosotros, enterrado en el convento de San Esteban de Salamanca.