Raquel Gago, desconsolada, es abrazada por su abogado Fermín Guerrero
Raquel Gago, desconsolada, es abrazada por su abogado Fermín Guerrero - POOL
VEREDICTO DEL JUICIO POR EL ASESINATO DE ISABEL CARRASCO

El jurado no cree las «casualidades» de Raquel

Hasta 20 hechos desfavorables que consideran probados por mayoría apuntalan la decisión en contra de la acusada

León Actualizado: Guardar
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«In dubio pro reo» -en la duda, favorece al acusado-, reza un principio que rige en materia de derecho procesal penal. En él confiaba la defensa de Raquel Gago, que advirtió en sus conclusiones definitivas que «nada» había probado contra su representada. Habló de «casualidades» y de un comportamiento que reconoció como «anormal o poco usual», sí, pero nada concluyente. Ella derramó lágrimas y, mirando de frente en la última sesión del juicio por el crimen de Isabel Carrasco a quienes debían emitir un veredicto, dijo: «Soy inocente». No serían las últimas que vertería. El jurado habló. Tres días de deliberaciones bastaron para convencer a la mayoría de la culpabilidad de la acusada. Siete de los nueve miembros del tribunal no creyeron en las «casualidades» de Raquel.

Su suerte ya estaba echada.

Habían permanecido atentos al juicio y valoraron que su versión no acababa de encajar con lo expuesto en él. Raquel no tenía un móvil claro, pero tuvo en su poder durante 30 horas el revólver que empuñó Montserrat González, se encontró con ella y con Triana antes del crimen y con la segunda, también minutos después de él y no fue hasta un día más tarde cuando reconoció estos dos encuentros que antes había negado de forma inexplicable. Su defensa apoyó este comportamiento en una situación de «estrés y bloqueo» que hizo que no quisiera ver la realidad, pero no convenció al tribunal. «Conoció los propósitos homicidas» de Montserrat González y Triana Martínez y «aceptó formar parte de un plan urdido por ellas para matar a Isabel Carrasco». Esta primera afirmación que respaldó el jurado ya puso sobre aviso a la sala de cuál sería su postura. Raquel parecía no creérselo. Escuchó uno a uno los hechos que consideraban probados y sólo rompió a llorar en la parte final, cuando una palabra resonó frente a cada uno de los delitos que se le imputaban -asesinato, atentado y tenencia ilícita de armas-: «Culpable».

Hasta 20 hechos desfavorables apuntalaron la decisión final. No entendieron que Raquel Gago acudiera a casa de Triana sobre las 16 horas del día del crimen para «tomar un té y conversar un rato». El objetivo de la cita fue para siete de ellos concretar los detalles finales» del plan para dar muerte a la presidenta de la Diputación y del PP de León. Tampoco consideraron casual su espera durante más de una hora en la calle Lucas de Tuy justificada en que quería ir a una tienda de bricolaje que no comprobó si estaba abierta pasado este tiempo. Lo hizo «en cumplimiento del plan previo y conjunto» y a la espera de que llegara su amiga con el revólver, advirtieron. Una llamada previa entre ambas, de 17 segundos de duración, ayudó a reforzar esta creencia. ¿Para qué llamó Triana a Raquel desde un móvil de prepago tras recoger el arma del crimen? Según acordó el jurado, «para comprobar que estaba preparada» para este encuentro.

Testimonios

Durante las sesiones del juicio, el operador de la ORA con el que conversaba cuando Triana le dejó el bolso con el arma, una amiga suya y los policías que acudieron a su casa cuando lo entregó hicieron que se tambaleara su versión. El operador dijo que tuvo que ver que su amiga le dejaba algo, porque él, de espaldas al vehículo, oyó los seguros de la apertura automática y una puerta cerrarse y Raquel tenía una «visión perfecta» del coche. Su amiga se montó donde horas después se halló el bolso y dijo no haber visto ni notado nada a sus pies y dos policías aseguraron que, dadas las dimensiones del bulto, era difícil que no lo pisara o que estuviera escondido bajo el hueco del asiento. Quizá apoyado en estos testimonios, el jurado consideró que Raquel no sólo sabía que tenía el arma, sino que la entregó fingiendo un hallazgo casual «para alejar de sí toda sospecha» y cuando ya habían pasado 30 horas del asesinato. «Conoció y aceptó» la entrega y su fin era «ocultarlo», subrayaron.

No hubo unanimidad, pero la convicción de siete de ellos bastaba para que prevaleciera sobre la de los otros dos. Sólo aceptaron dos puntos que claramente favorecieron a la agente de la policía local y que justificaron la rebaja de pena que reclamaron al final de la sesión tanto el Ministerio Fiscal como las acusaciones particular y popular. «Raquel Gago contribuyó a la muerte de Isabel Carrasco, pero lo hizo con una aportación no esencial o decisiva, es decir, de forma prescindible e innecesaria», señalaron. Igual que tampoco consideraron probado que hiciera seguimientos a la víctima en fechas o momentos anteriores a su muerte. Una vez oído el veredicto, sólo queda esperar a que se dicte una sentencia que su letrado ya advirtió que recurrirá. Mientras, reclamó que su defendida no ingrese en la cárcel.

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