Ignacio Miranda - Por mi vereda

Tormento de ideas

«Se llega a un grado de paranoia inquietante al considerar que ni la Ley de Amnistía de 1977 ni la Constitución de 1978 han servido para sellar la reconciliación entre españoles»

Reuters

Perpetrada la exhumación del general que dormía su sueño eterno ante el altar mayor de la abadía del Valle de los Caídos , trasmitida a todo el orbe por el NODO progre en color de Pedro Sánchez , ya empieza la tormenta -o tormento- de ideas sobre qué hacer con el monumento. Algo normal, por otro lado, en la burda propaganda de un presidente sin escrúpulos, capaz de hacernos creer en su infinita osadía que el traslado de los restos de Franco no es que fuera una asignatura pendiente de la democracia, sino que es él quien ha traído el verdadero régimen de libertades que repara a las víctimas tras la «jornada histórica» del 24 de octubre de 2019.

Porque se llega a un grado de paranoia inquietante, al considerar que ni la Ley de Amnistía de 1977 ni la Constitución de 1978 han servido para sellar la reconciliación entre españoles, para asentar la concordia que recoge el mismísimo epitafio de Adolfo Suárez .

En medio de este delirio fetichista y necrófago del PSOE, el joven arquitecto leonés Pablo López Aguado , autor de la singular capilla de San Olav en la villa burgalesa de Covarrubias , defiende una propuesta la mar de original para recuperar Cuelgamuros , en línea con los mensajes oficiales: demoler la enorme cruz y cerrar la basílica como punto de partida. Después, soterrar bajo un ingente volumen de tierra todo el recinto para que el paraje quede como fue. Riscos y monte. Con una plantación masiva de árboles a modo de «jardín de la democracia» para recordar a los 33.000 muertos de ambos bandos allí enterrados. Sugiero incluso la suelta de unos ejemplares de cabra montés como alegoría de la fauna ibérica, para ramonear la finca y prevenir incendios.

Dado que el Valle es «horrible», López Aguado, ofendido por el simbolismo de la obra de Pedro Muguruza y Diego Méndez , cree que supone un acierto sustituirlo por naturaleza sin carga política.

Su alternativa ecologista sí conservaría parte interna del recinto como gruta subterránea. Además, podría llevarse a afecto por generaciones futuras «cuando ya no haya odio a causa de este tema». Un odio superado y olvidado en el marco de libertades en el que vivimos. Una confrontación que el infausto ZP, en un enloquecido revisionismo histórico ahíto de revancha, empezó a aventar . Así seguimos.

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