Ignacio Miranda - POR MI VEREDA

Abocados al desastre

«España soporta estos días dos calamidades. La epidemia imparable y la ineptitud generalizada de una clase dirigente que parece desecho de tienta»

Ignacio Miranda

El Ayuntamiento de la localidad salmantina de Tamames ha dictado un bando que prohíbe salir de casa mientras dure el estado de alarma para hacer compras de menos de 30 euros. Con un par. Está claro que la pandemia saca lo más noble del ser humano, en entrega y solidaridad, pero también lo más necio, que ahora el intervencionismo se estila mucho. Aunque con los pocos negocios abiertos en un pueblo tan pequeño, va a costar un triunfo llegar a esa cifra. Por tanto, nada de salir a diario a comprar pan. Rogaremos a la Divina Providencia que no dure mucho el confinamiento, porque según evoluciona todo puede emitirse un segundo bando para especificar qué se puede y no se puede comprar, con relación detallada de artículos y marca. Leche, conservas, jabón, compresas. Que en una tierra tan chacinera, quien más quien menos, ya guarda embutido y carne para todo el año.

España soporta estos días dos calamidades. La epidemia imparable y la ineptitud generalizada de una clase dirigente que parece desecho de tienta. Un des-Gobierno que presume de las multas y denuncias impuestas a ciudadanos que salen indebidamente a la calle por las fuerzas de seguridad, pero que oculta las realizadas en sentido inverso a la propia Administración por su caótica gestión de los acontecimientos. Completamente desbordada por la trágica realidad de miles de muertos. Un luto real que nos sobrecoge. Ya están llegando a los juzgados las primeras demandas, como la presentada esta semana por el Colegio de Médicos de León contra la Consejería de Sanidad para exigir medidas urgentes que garanticen la protección eficaz del personal sanitario.

Piden algo tan elemental como las mascarillas que imploraba Paco Igea, batas, gafas, hisopos, kits de diagnóstico y hasta contenedores. Material imprescindible para prevenir la propagación. Acaba de morir en Salamanca la primera doctora contagiada por el COVID-19. Las cifras en la Policía y la Guardia Civil no dejan de crecer. No se puede ir la guerra sin medios. Hace ahora un siglo, nuestros soldados fueron literalmente aniquilados en el Rif por las cabilas de Abd el Krim. En alpargatas sobre un terreno inhóspito y reseco, sin la mínima instrucción, sin agua -se llegó a beber el orín de las mulas para sobrevivir-, sin un mando militar inteligente, sobrevino la matanza de Annual. Hoy, nuestros admirables profesionales sanitarios se ven en abocados al desastre por la negligencia de unos gestores nefastos. Queremos que puedan hacer su trabajo con seguridad, no que se expongan como héroes al virus. ¿Hasta qué punto es útil aislar a la población si no se controlan los focos por carecer de protección? Menos mal que teníamos la mejor sanidad del mundo y del universo. Otro mantra que ha caído.

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